Sobre literatura fantástica
LITERATURA FANTÁSTICA HISPANOAMERICANA. RESEÑAS, ARTÍCULOS, CONCURSOS DE LITERATURA, TERROR, CIENCIA FICCIÓN, FANTASÍA, ÉPICA, MÍTICA, GÓTICA. NOVELAS, POESÍA, MICRORRELATOS, CINE, CUENTOS. TUS NOTICIAS SON BIENVENIDAS.
domingo, 17 de noviembre de 2013
DESPEDIDA
Queridos amigos, este blog cierra temporalmente sus puertas.Han sido casi tres años de tarea.Gracias por su compañía. Aprovecho para desarles éxito y les invito a seguirme en en mi blog personal, en donde encontrarán, artículos y reseñas.
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martes, 12 de noviembre de 2013
martes, 5 de noviembre de 2013
«DIARIOS DE AMOR Y MUERTE» DE LUCÍA ARCA SANCHO-ARROYO
Lucía Arca Sancho-Arroyo presenta en Diarios de Amor y muerte: cinco cuentos y un ángel... Y quiero llamar la atención sobre este personaje, por lo especial que resulta, y porque una de sus características es la de la piedad, que como saben va más allá de la justicia. Piedad que no censura, que no busca inocentes ni culpables. La piedad que reconoce cómo son las personas. La piedad que intuye que otra humanidad es posible, y se conduele ante lo frágil de nuestra condición, sin indicarlo siquiera, ni con la pretensión de ofrecer otros caminos, porque la experiencia de cada uno, es única. Ni lo intenta, pues, por ser cómo es, pero también porque entra en juego lo fantástico, lo inverosímil convertido en realidad, aquello que juega a confundirnos con la verdad, mientras las heridas supuran y no cierran o cicatrizan en falso; la vida, en suma, pero también la muerte, sino como deseo como límite ponderable para algunos.
El ángel dice, y así comienza esta hermosa recopilación de cuentos, y los englobo a todos en esa definición, aunque alguno encuadraría mejor dentro de los márgenes del relato, las siguientes palabras:
«Nunca contemplé belleza más sublime que la del ser humano. Pese a su fragilidad, alcanza metas a menudo casi quiméricas. Sin embargo, el observar durante prolongado tiempo a tan gráciles y volubles criaturas ha llevado a más de uno a la locura. Fui un ángel. La complejidad de la humanidad me embriagó de tal modo que decidí cortar mis alas y experimentar lo que bullía sobre la superficie de lo que llaman tierra: la frenética vida». […] «Vi cosas inimaginables aquí abajo. Tan horripilantes como hermosas. Coleccioné vivencias que me hicieron conocer el verdadero dolor, provocando que mis ojos se viesen nublados por algo desconocido para mí en los campos celestiales: las lágrimas, las cuales derramé por cada historia».
Cinco son los cuentos:
El juicio
El extranjero
El fin de la eternidad
Lujuria a medianoche
La última noche
Y la sinopsis dice: «Su error: querer saber. Su castigo: poder sentir». Palabras que representan cabalmente la actitud del ángel.
Hay en esta serie de relatos, en general, una prosa, que en la voz de los personajes nos presenta la realidad, con su crueldad tantas veces deleznable, con sus pequeñas o grandes historias de amor y muerte. A veces, los cuentos se blindan con esa fantasía que hace posible la aparición de vampiros, facilitando esa sensación de que ni la vida ni la muerte son un límite. Y, también, la de que por mucho que uno desee algo, no siempre lo consigue. Para unos, la búsqueda de la eternidad; para otros, acabar con ella, al entrar por fin, en el reino de la muerte.
Como el delicado hilo de un collar, siempre hay una voz que une los relatos, que se eleva y que busca ,y tantas veces halla, ese tono especial: es la voz del ángel, quien se cortó las alas para ver las condiciones en que viven los humanos como un ser humano más. «Llorar cuando estamos tristes, sufrir cuando nos rasguñamos, eso es vida, y si hay vida hay esperanza. Sueños acumulados en el baúl de las cosas por hacer, esperando ser cumplidos y que a menudo acaban yaciendo bajo la lápida que reza “lo que pudo haber sido”». ¿Quién no ha visto esas lápidas? Así se dice en el primer cuento. De parecido significado son las palabras que nos presentan la historia del segundo: «Lo que dijiste, lo que hiciste, lo que pensaste, lo que pudo haber ocurrido, lo que nunca sucederá. Nada importa. Al final de la vida estamos solos, pero incluso en nuestra soledad buscamos estar acompañados». En el primer cuento la violencia, salpica de sangre cada renglón, tal si las imágenes que alguna vez hemos visto en la televisión, esas que envuelven a las víctimas en el dolor más terrible y acerado, y que marcan un antes y un después de un suceso trágico, saltasen —no ya de la pantalla— sino de las conciencias para que sepamos cómo piensan los asesinos. El segundo cuento, nos lleva en una vuelta atrás al pasado, concretamente al año 1843. Se trata de una historia de tintes góticos, con enamorados, vidas difíciles, bosques, y seres mitológicos: «Los sonidos del bosque parecían lejanos. El ruido de las hojas secas al ser aplastadas por las patas de los pequeños animales, el viento azotando las ramas de los árboles y un riachuelo, cuyo fluir constante incrementaba mi sed».
No sé si creen ustedes en algo así como el fin de la eternidad, pero, desde luego para algunos seres, es decir, para algunos de los personajes de estas historias, en su vertiente más fantástica, parece algo imposible de conseguir, como le ocurre a Isadora, una increíble vampira que nació allá por…, pero mejor, escuchémosla a ella: «Nací en 1774, en un pueblecito de la campiña francesa. Un lugar donde el aire olía a hierba fresca, flores silvestres y leche recién ordeñada; un sitio de esos que a muchos les gusta tener retratados en láminas colgando de la pared de su salón, en la campiña». Resulta, que yo no lo sabía, pero los vampiros tienen leyes, y me he podido enterar a través de este cuento de una de esas reglas: «No intimes demasiado con humanos, pues, sus cuerpos se corrompen tanto como sus espíritus». Y es que no cabe duda de que para los vampiros: «Las venas azuladas de los hombres y mujeres que danzaban despreocupados me atraían cada vez más».
Una característica de esta antología es que los cuentos están escritos en primera persona, un modo que tan bien sirve para acercar la historia al lector. También está muy presente la noche, especialmente, en los dos últimos cuentos, pero también en los anteriores, ya sea de forma material o esa otra clase de noche-muerte que es la del alma o la de la conciencia, porque como dirían los griegos, un poco de luz, la justa, por ejemplo la de un rayo en una noche de tormenta, nos permite recordar que el día existe, que la luz lo hará posible al día siguiente. Quizá por eso, los personajes de estos últimos cuentos, derivan entre la realidad y la irrealidad, se bandean entre límites. «No recuerdo absolutamente nada a partir de las tres y media de la madrugada, de hecho, la nada es lo único que llena los espacios que deberían completar mis recuerdos» [...]«Continúo forzando la maquinaria. La tienda, la casa de Yolanda, el sexy barman, y más tarde... fogonazos. Una discoteca, un par de piropos a Susana, tres a Yolanda y unos cuantos más a mí. Una copa como premio. De ahí a otro bar».
Aquí hay cadáveres que no hubieran querido acabar como un cascarón vacío, muertes que se podían o no haber evitado, dolor, amor, vida.
Una obra no tiene que ser extensa, no tiene que llenar mil folios para dejar algo; esta lo consigue, nos toca por dentro, ya sea para acercarnos nuestra frustrada humanidad o nuestra esperanza fatigada. Y si más allá de cualquier intención literaria, hubo o no, el propósito de conseguir que las palabras rocen nuestros corazones, es algo que solo podremos saber tras la lectura. Por esta razón y por varias más, la recomiendo, especialmente.
Otras obras de la autora en Amazon: Clanes —Los iniciados— .
Visita la página web de la autora o su blog en el siguiente enlace.
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TRABAJOS GANADORES CONCURSOS "SOBRE LITERATURA FANTÁSTICA", 2013.
EL HAMBRE de Cynthia J. Monalvo Martínez
“…quienquiera que encontrase un método razonable, económico y fácil
para hacer de ellos miembros cabales y útiles del estado, merecería tanto
agradecimiento del público como para tener instalada su estatua como
protector de la Nación.”
Jonathan Swift, Una modesta proposición
¿Cuántos baldes de lejía se necesitan para limpiar la sangre de un sacerdote? ¿Cuántos baldes necesitaría para disolver los fragmentos de cerebro, la grasa y los excrementos? El joven dejó de empujar el pesado trineo y se agachó ante uno de los recipientes. Recibió la punzada árida y severa en la nariz con los ojos cerrados: aquel olor lo convencía cada vez más de dejar el cuerpo del padre Mors tan limpio como la losa del monasterio del cual lo había secuestrado, acaso igual o más limpio que el color de la nieve que los circundaba en ese claro de bosque. Miró los dos garfios y las dos cadenas gruesas que había traído consigo, sus propias manos enguantadas contra el frío y las pequeñas huellas que se perdían por entre los árboles hacia la iglesia.
—¡Llegó su hora, cardenal! —dijo en voz alta, y el fardo húmedo que aún yacía en el trineo se estremeció. El joven lo apartó y el padre Mors, quien se retorcía en la ansiedad de la huida, emitió un grito que fue sofocado por una mordaza. Jochen miró por entre las ramas desnudas de unos arbustos, hacia el granero de piedra en donde los frailes guardaban la comida. El cobertizo permanecía en silencio, parcialmente sepultado por la nieve, pero Jochen vio las huellas de pies diminutos y su mano se apoyó en el fardo que llevaba atado a su costado. Con dolor en el pecho, creyó entrever las huellas de barrotes en las únicas ventanas, así como también en la puerta principal.
Extrajo de su cinto un papel que desdobló y colocó ante los ojos desorbitados e inyectados de sangre del hombre: en él se mostraron nombres garabateados por las manos de un centenar de hombres y mujeres que habían desaparecido o muerto en búsqueda de los inocentes.
—¿Dónde están, padre?—preguntó Jochen en voz alta y lenta.
El padre Mors dejó salir un quejido tembloroso y un par de lágrimas se deslizaron a ambos lados de su nariz gruesa y morada de frío. Al amarrarlo y sacarlo de la iglesia aquella madrugada había sollozado el hostem repéllas longius de las oraciones de emergencia, pero Jochen no había mostrado misericordia.
—Por favor… por favor, no grites... —suplicó, pero Jochen insistió mientras amarraba las cadenas en torno a un árbol cercano.
—¡Dígame dónde están!
—No puedo violar mi silencio —murmuró el anciano—. No nos lo perdonarán...
Jochen apretó los dientes, respiró hondo y empalideció. Despojó al sacerdote de la protección de la sábana y descubrió su cuerpo pálido, de extremidades amoratadas y de cicatrices de cilicio en el pecho y los hombros.
—La guerra con los rebeldes nos condenó al hambre y al frío, cardenal —dijo el joven entre dientes—, y las tormentas mataron a nuestros padres. Cientos de nosotros debimos caminar a la única iglesia que quedaba en pie en todo el poblado. A su iglesia, padre. Usted y la abadesa de Opfern nos recibieron con comida y albergue y nos hicieron creer que cuidarían de nosotros…
—¡Y lo hicimos! ¡Los mantuvimos a salvo del enemigo, de la maldita guerra! —exclamó el cardenal Mors, su respiración condensándose en nubecillas blancas, sus ojos en blanco por la tortura del frío asentándose en su cuerpo y provocándole una erupción de capilares rotos en la piel—. Prometimos cuidar del estado, de nuestra gente…
—Una proposición admirable y modesta, ¿ah, padre? —rió Jochen, y arrojó sobre el pecho del hombre el contenido de su fardo: un montón de falanges, metacarpos y fíbulas fragmentadas, de origen que sabía humano por la experiencia y por la carne aún adherida a sus curvaturas—. Totalmente altruista. Si los ha cuidado también, ¿por qué encontré esto en las catacumbas?
—No pudimos salvarlos a todos. Debes entender eso. El hambre… el hambre nos devastó a todos… —murmuró el cardenal, y Jochen supo que sus temores eran fundados. El joven entonces tomó los garfios en sus manos y ojeó los tobillos rígidos e hinchados del hombre tendido en el trineo. Con el mismo gesto de sus antepasados cazadores de osos y renos, Jochen apuñaló con brutal precisión el espacio entre el astrágalo y el calcáneo del pie izquierdo. A pesar de la gangrena y la debilidad de su respiración, el cardenal gritó de dolor. Fue poco después de haber engarfiado el otro pie y preparado el mecanismo de las cadenas que una llovizna de escarcha cayó de los arbustos y Jochen escuchó el crujir de la nieve en la ladera del bosque.
Percibió el celaje de cuerpos ligeros aglomerarse en torno al claro con gran alborozo en el corazón: eran los niños. Soltó las materias de su caza, con el corazón bombeando alborozado ante los cuerpecitos refugiados en el gris de las ramas, en el blanco de los montículos de nieve, en los ramajes del hielo destilando agua a la orilla de posibles caminos entre los árboles. El líder, una criatura desgarbada y de ojos grises como piedras, extendió una mano cubierta de llagas, cauterizada por el frío. En esa mano sostenía un cuenco de barro vacío, en el cual Jochen vio huesillos de pájaro, fragmentos de raíz y hojas primaverales que le parecieron rastros de esperanza.
—¿Qué creen, niños? ¿Cuántos baldes se necesitan? —sonrió Jochen, enloquecido por su suerte de héroe, de rescatador de niños, de rectificador de circunstancias inhumanas. Pero el niño sacudió la cabeza y señaló las escudillas que aguardaban a la vera del camino. Los otros niños, como si obedeciesen una orden no hablada, hicieron lo propio. Entonces el sacerdote, que ya agonizaba sobre el trineo, dijo sus últimas palabras.
—Por favor… por favor, huya…
Jochen escuchó el resorte brusco de una trampa bajo sus pies y su cuerpo se asentó con un crujido sobre los barrotes que los niños habían dispuesto en filas para cazar su alimento.
La autora: Cynthia Montalvo Martínez reside en Utuado, Puerto Rico y actualmente está cursando estudios de maestría en Creación Literaria en la Universidad del Sagrado Corazón en Santurce, Puerto Rico. Dos de sus poemas escritos en inglés serán publicados en la revista literaria Multicultural Echoes de la Universidad del Estado de California.
Tuit sobre tema "zombies" de Juan José Fernández Balaguer.
Me seguían decenas de zombies. Conseguí entrar en la cabaña y mi esposa gritó de pánico. Me ví en sus ojos. Ella tenía miedo. Yo hambre.
Copyright:
De los textos presentados a concurso, los autores.
Primera foto: derechos adquiridos en Fotolia.
Segunda foto: realizada en Alcalá de Henares. Es de un mural o graffiti.
“…quienquiera que encontrase un método razonable, económico y fácil
para hacer de ellos miembros cabales y útiles del estado, merecería tanto
agradecimiento del público como para tener instalada su estatua como
protector de la Nación.”
Jonathan Swift, Una modesta proposición
¿Cuántos baldes de lejía se necesitan para limpiar la sangre de un sacerdote? ¿Cuántos baldes necesitaría para disolver los fragmentos de cerebro, la grasa y los excrementos? El joven dejó de empujar el pesado trineo y se agachó ante uno de los recipientes. Recibió la punzada árida y severa en la nariz con los ojos cerrados: aquel olor lo convencía cada vez más de dejar el cuerpo del padre Mors tan limpio como la losa del monasterio del cual lo había secuestrado, acaso igual o más limpio que el color de la nieve que los circundaba en ese claro de bosque. Miró los dos garfios y las dos cadenas gruesas que había traído consigo, sus propias manos enguantadas contra el frío y las pequeñas huellas que se perdían por entre los árboles hacia la iglesia.
—¡Llegó su hora, cardenal! —dijo en voz alta, y el fardo húmedo que aún yacía en el trineo se estremeció. El joven lo apartó y el padre Mors, quien se retorcía en la ansiedad de la huida, emitió un grito que fue sofocado por una mordaza. Jochen miró por entre las ramas desnudas de unos arbustos, hacia el granero de piedra en donde los frailes guardaban la comida. El cobertizo permanecía en silencio, parcialmente sepultado por la nieve, pero Jochen vio las huellas de pies diminutos y su mano se apoyó en el fardo que llevaba atado a su costado. Con dolor en el pecho, creyó entrever las huellas de barrotes en las únicas ventanas, así como también en la puerta principal.
Extrajo de su cinto un papel que desdobló y colocó ante los ojos desorbitados e inyectados de sangre del hombre: en él se mostraron nombres garabateados por las manos de un centenar de hombres y mujeres que habían desaparecido o muerto en búsqueda de los inocentes.
—¿Dónde están, padre?—preguntó Jochen en voz alta y lenta.
El padre Mors dejó salir un quejido tembloroso y un par de lágrimas se deslizaron a ambos lados de su nariz gruesa y morada de frío. Al amarrarlo y sacarlo de la iglesia aquella madrugada había sollozado el hostem repéllas longius de las oraciones de emergencia, pero Jochen no había mostrado misericordia.
—Por favor… por favor, no grites... —suplicó, pero Jochen insistió mientras amarraba las cadenas en torno a un árbol cercano.
—¡Dígame dónde están!
—No puedo violar mi silencio —murmuró el anciano—. No nos lo perdonarán...
Jochen apretó los dientes, respiró hondo y empalideció. Despojó al sacerdote de la protección de la sábana y descubrió su cuerpo pálido, de extremidades amoratadas y de cicatrices de cilicio en el pecho y los hombros.
—La guerra con los rebeldes nos condenó al hambre y al frío, cardenal —dijo el joven entre dientes—, y las tormentas mataron a nuestros padres. Cientos de nosotros debimos caminar a la única iglesia que quedaba en pie en todo el poblado. A su iglesia, padre. Usted y la abadesa de Opfern nos recibieron con comida y albergue y nos hicieron creer que cuidarían de nosotros…
—¡Y lo hicimos! ¡Los mantuvimos a salvo del enemigo, de la maldita guerra! —exclamó el cardenal Mors, su respiración condensándose en nubecillas blancas, sus ojos en blanco por la tortura del frío asentándose en su cuerpo y provocándole una erupción de capilares rotos en la piel—. Prometimos cuidar del estado, de nuestra gente…
—Una proposición admirable y modesta, ¿ah, padre? —rió Jochen, y arrojó sobre el pecho del hombre el contenido de su fardo: un montón de falanges, metacarpos y fíbulas fragmentadas, de origen que sabía humano por la experiencia y por la carne aún adherida a sus curvaturas—. Totalmente altruista. Si los ha cuidado también, ¿por qué encontré esto en las catacumbas?
—No pudimos salvarlos a todos. Debes entender eso. El hambre… el hambre nos devastó a todos… —murmuró el cardenal, y Jochen supo que sus temores eran fundados. El joven entonces tomó los garfios en sus manos y ojeó los tobillos rígidos e hinchados del hombre tendido en el trineo. Con el mismo gesto de sus antepasados cazadores de osos y renos, Jochen apuñaló con brutal precisión el espacio entre el astrágalo y el calcáneo del pie izquierdo. A pesar de la gangrena y la debilidad de su respiración, el cardenal gritó de dolor. Fue poco después de haber engarfiado el otro pie y preparado el mecanismo de las cadenas que una llovizna de escarcha cayó de los arbustos y Jochen escuchó el crujir de la nieve en la ladera del bosque.
Percibió el celaje de cuerpos ligeros aglomerarse en torno al claro con gran alborozo en el corazón: eran los niños. Soltó las materias de su caza, con el corazón bombeando alborozado ante los cuerpecitos refugiados en el gris de las ramas, en el blanco de los montículos de nieve, en los ramajes del hielo destilando agua a la orilla de posibles caminos entre los árboles. El líder, una criatura desgarbada y de ojos grises como piedras, extendió una mano cubierta de llagas, cauterizada por el frío. En esa mano sostenía un cuenco de barro vacío, en el cual Jochen vio huesillos de pájaro, fragmentos de raíz y hojas primaverales que le parecieron rastros de esperanza.
—¿Qué creen, niños? ¿Cuántos baldes se necesitan? —sonrió Jochen, enloquecido por su suerte de héroe, de rescatador de niños, de rectificador de circunstancias inhumanas. Pero el niño sacudió la cabeza y señaló las escudillas que aguardaban a la vera del camino. Los otros niños, como si obedeciesen una orden no hablada, hicieron lo propio. Entonces el sacerdote, que ya agonizaba sobre el trineo, dijo sus últimas palabras.
—Por favor… por favor, huya…
Jochen escuchó el resorte brusco de una trampa bajo sus pies y su cuerpo se asentó con un crujido sobre los barrotes que los niños habían dispuesto en filas para cazar su alimento.
La autora: Cynthia Montalvo Martínez reside en Utuado, Puerto Rico y actualmente está cursando estudios de maestría en Creación Literaria en la Universidad del Sagrado Corazón en Santurce, Puerto Rico. Dos de sus poemas escritos en inglés serán publicados en la revista literaria Multicultural Echoes de la Universidad del Estado de California.
Tuit sobre tema "zombies" de Juan José Fernández Balaguer.
Me seguían decenas de zombies. Conseguí entrar en la cabaña y mi esposa gritó de pánico. Me ví en sus ojos. Ella tenía miedo. Yo hambre.
Copyright:
De los textos presentados a concurso, los autores.
Primera foto: derechos adquiridos en Fotolia.
Segunda foto: realizada en Alcalá de Henares. Es de un mural o graffiti.
viernes, 1 de noviembre de 2013
RESULTADOS CONCURSOS "SOBRE LITERATURA FANTÁSTICA", 2013
Se recibieron 127 cuentos y 72 tuits; una gran parte de ellos nos llegaron desde los países iberoamericanos.
El jurado estuvo compuesto por los escritores Pablo Martínez Burkett, Sandra Bar y Salvador Ortíz Serradilla.
Ha continuación pueden ver la lista de finalistas.
Los ganadores de los respectivos concursos han sido: Cynthia J. Monalvo Martínez en el apartado de cuento y Juan José Fernández Balaguer en el apartado de tuits de tema zombie.
FINALISTAS CONCURSO DE CUENTOS:
1. El hambre de Cynthia J. Monalvo Martínez
2. El abrigo negro de Francisco Escaño Sanchez
3. Depradación de Roger Vilar
4. Mundo perfecto de Yamundu Aguilera
5. Ángeles caines de Federico Rivero Scarini
6. Criaturas celestiales de Francisco Manuel Marco Roldán
7. Los que son de Inés Mitsou Errandonea
8. La ruta Raúl Alejandro López Nevado
9. Cuando el miedo viene a buscarte de Susana Angélica Orden
10. El sepulturero de Mozart de Carlos José Acuña Gómez
11. Lo que el cuervo vino a contarnos de Cruz José Fernández
OBRA GANADORA:
El hambre de Cynthia J. Monalvo Martínez
FINALISTAS CONCURSO DE TUITS:
Resultaron finalistas dos tuits, uno de Juan José Fernández Balaguer y otro de Soledad Núñez, quedando como ganador el primero.
OBRA GANADORA:
Un tuit enviado por Juan José Fernández Balaguer
Nota:
En breve publicaremos el cuento y el tuit que resultaron ganadores. Gracias a todos por su participación y al jurado, muy especialmente, por su dedicación.
martes, 29 de octubre de 2013
NÚMERO ESPECIAL. REVISTA "miNATURA 130".
"Tenemos el placer de presentarles la edición especial de la Revista Digital miNatura dedicada al XI Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2013 parte de nuestro compromiso con el ganador y los finalistas. Una bella forma de homenajear el esfuerzo de los participantes y para el que , como ya viene siendo habitual, los textos seleccionados se presentan con ilustraciones, algunas creadas en exclusiva para el mismo, y otras cedidas por excelentes artistas.
Como otros años, agradecemos la labor de nuestro jurado pues sin él sería imposible la ardua y siempre complicada labor de evaluar con justo criterio el total volumen de participación. Extensible nuestro agradecimiento a todos aquellos que han querido compartir con nosotros sus creaciones presentándolas a concurso y a los artistas que han colaborado en la confección de este número: Bill Carman, Paolo Pedroni, Max Verehin, Valia Kapadai, Adam Kuczek, Sean Andrew Murray, Gabi Rubí, Vaggelis Ntousakis, Alejandro Colucci, Dave Palumbo, José Gabriel Espinosa, Mark Molnar, Margarita Ortiz, Pedro Belushi, Lucian Stanculescu.
Gracias a todos".
Comunicado de la Asociación Cultural miNatura Soterrània
Directores: Ricardo Acevedo E. y Carmen R. Signes Urrea
Descarga gratuita de la revista Revista Digital miNatura 130, Especial XI Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2013, aquí .
Como otros años, agradecemos la labor de nuestro jurado pues sin él sería imposible la ardua y siempre complicada labor de evaluar con justo criterio el total volumen de participación. Extensible nuestro agradecimiento a todos aquellos que han querido compartir con nosotros sus creaciones presentándolas a concurso y a los artistas que han colaborado en la confección de este número: Bill Carman, Paolo Pedroni, Max Verehin, Valia Kapadai, Adam Kuczek, Sean Andrew Murray, Gabi Rubí, Vaggelis Ntousakis, Alejandro Colucci, Dave Palumbo, José Gabriel Espinosa, Mark Molnar, Margarita Ortiz, Pedro Belushi, Lucian Stanculescu.
Gracias a todos".
Comunicado de la Asociación Cultural miNatura Soterrània
Directores: Ricardo Acevedo E. y Carmen R. Signes Urrea
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jueves, 24 de octubre de 2013
"LOS OJOS DE LA DIVINIDAD" DE PABLO MARTÍNEZ BURKETT
Presentación en Buenos Aires del libro Los ojos de la divinidad (Ed. Muerde Muertos)de Pablo Martínez Burkett. Obra de la que esperamos ofrecerles próximamente una reseña. Mientras tanto, les dejamos con el enlace a la presentación. (En la foto, los escritores José María Marcos, Héctor Álvarez Castillo, Pablo Martínez Burkett, y Juan Guinot).
Enlace al artículo "Por qué escribo,cómo escribo" de Pablo Martínez Burkett en la revista colombiana de Ciencia Ficción, Cosmocápsula.
jueves, 17 de octubre de 2013
7º CONCURSO DE MICRORELATOS DE TERROR Y GORE: MOLINS DE REI
El Festival de Cine de Terror de Molins de Rei, con la colaboración de la la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Molins de Rei y la Biblioteca Pau Vila, convocan la Séptima edición del Concurso de Microrelatos dedicado a relatos que se integren en los géneros de terror y/o gore. El objetivo principal de este concurso es fomentar el gusto por la literatura de terror.
BASES DEL CONCURSO
PRIMERA. Los trabajos presentados deberán ser obras inéditas escritas en catalán y/o castellano.
SEGUNDA. En ningún caso podrán presentarse obras que ya hayan sido premiadas. Se admitirá más de una obra por autor.
TERCERA. Los trabajos deberán englobarse en los géneros de terror y/o gore, y estar escritos en prosa.
CUARTA. La extensión del trabajo no superará un máximo de 333 palabras. El texto estará mecanografiado a doble espacio en una hoja DIN A-4, con tipo de letra Arial 12, dónde figure el título del relato y el pseudónimo del autor.
QUINTA. Los trabajos se deberán presentar en un sobre cerrado, dentro del cual se adjuntará otro sobre en cuyo exterior figure el título del trabajo y el pseudónimo. En el interior deben constar los datos personales del autor (nombre, apellidos, dirección, teléfono y correo electrónico).
SEXTA. En el supuesto de que el original se envíe a través de correo electrónico, será necesario enviar un documento Word (en un fichero adjunto) con el texto escrito con el tipo de letra Arial 12 a doble espacio. Los datos personales se deberán añadir al final del documento Word con la letra en color blanco.
SÉPTIMA. Los trabajos se enviarán a la Biblioteca Pau Vila (Pl. de Josep Tarradellas, núm. 1 - 08750 Molins de Rei), o a través del correo electrónico, a la siguiente dirección: b.molins.pv@diba.cat
OCTAVA. El plazo de admisión de los trabajos finalizará a las 23.59 horas del día 1 de octubre de 2013.
NOVENA. El Jurado estará formado por tres miembros: un representante de la Biblioteca Pau Vila, un representante del Festival de Cine de Terror y el ganador de la primera edición del concurso.
DÉCIMA. El veredicto del Jurado será inapelable. El Jurado se reserva el derecho a declarar desierto el concurso si, a su criterio, los trabajos presentados no reúnen la calidad suficiente.
UNDÉCIMA. El veredicto se dará a conocer el día 1 de noviembre de 2013 en el Teatro de la Joventut Catòlica (Pl. de Mercè Rodoreda, 1 – 08750 Molins de Rei), en el marco del XXXII Festival de Cine de Terror de Molins de Rei 2013, la noche del XII Concurso de Cortos de Terror y Gore.
DUODÉCIMA. Se otorgaran dos premios: el premio al mejor microrelato en lengua catalana y el premio al mejor microrelato en lengua castellana.
DECIMOTERCERA. El premio consistirá en la publicación de los microrelatos ganadores, un lote de libros y una entrada gratuita para las “12 Horas de Terror” del XXXII Festival de Cine de Terror de Molins de Rei 2013.
DECIMOCUARTA. Cualquier circunstancia no prevista en estas bases será resuelta por el Jurado.
DECIMOQUINTA. La presentación de los originales presupone la aceptación íntegra de estas bases.
¡Buena suerte a todos!
Para más información y/o consultar las bases del concurso:
Festival de Cine de Terror de Molins de Rei
Web: www.molinsfilmfestival.com
Biblioteca Pau Vila
Pl. de Josep Tarradellas, 1
08750 – MOLINS DE REI (Barcelona)
Tel. 93 680 16 81
Blog: http://bibliotecapauvila.blogspot.com
domingo, 13 de octubre de 2013
«AMENTIA» ANTOLOGÍA DE CUENTOS DE TERROR DE AUTORES NÓVELES
«Amentia nace con la idea de juntar autores noveles de todo el mundo con la finalidad de dar a conocer su talento. Una idea nacida de la simplicidad: que las letras sean las que nos unan. Así, después de una convocatoria donde participaron relatos de autores de países como Argentina, Uruguay, Venezuela, Puerto Rico, España, México y Costa Rica, Amentia se convirtió en una realidad que hoy llega a los lectores de todo el mundo que deseen leer relatos de terror de calidad. Si eres amante del género, si quieres sentir como el miedo trepa por tu columna y se apodera de tu cabeza, si no temes lo que pueda haber detrás de aquella puerta al fondo del pasillo, o debajo de tu cama, entonces no lo dudes, Amentia ha llegado para ser parte de tus pesadillas.
Con prólogo de Juan de Dios Garduño.».
DESCARGA GRATUITA EN FORMATO ePUB, .MOBI O PDF EN EL SIGUIENTE ENLACE.
viernes, 11 de octubre de 2013
TIERRAS DE ESMERALDA -LA ESFERA MÁGICA- EN "OCIO ZERO"
Entrevista en Ocio Zero. Enlace
Fragmento:
A modo de presentación
Tierras de Esmeralda o del linaje de los Smáragdos.
Se las conoce también como las tierras de los tres reinos (Mytos, Circe y Artemisa), los tres linajes (Smáragdos, Akhéetes y Rubinos), y las tres bibliotecas.
Nacieron por el terror a Ténebrus.
Y la leyenda fue datada por Fidelius.
Esta es, pues, la historia de los primeros pobladores y de la niña que dio origen a la leyenda y que luego se convirtió en princesa, y más tarde en reina...
Aunque también podríamos decir que esta es la historia de Esmeralda y sus hermanas: Ágatha y Rubí, y su hermano Ónix; hijos de Maeve y Oikos, todos ellos del linaje de los Smáragdos, quienes junto a los demás linajes de Akhéetes y Rubinos, habitaban los tres castillos y los tres reinos.
Y aun diciendo esto, no sería suficiente ni justo, si no indicásemos también que es la historia de Egregius Vetulos Magus y de los integrantes del Consejo de Rhéetores —Kauma, Laia, Lorina, Scrupulus, Mentor y Sthénos; así como de Similor, el antiguo caballero; de los aristocráticos y lejanos Guerreros de las Estrellas o de los Carros; del corrupto Sombra, el mercader; de los arquitectos, constructores de castillos; del joven Akótlythos; del abad Domesticus, de los domines y los copistas del scriptorium; de Gibbus, el carcelero; de Rucidus y los adolescentes voladores de Tilsmans; de Orologio y los niños huérfanos del coro; de la vieja Qheimera; de Eléphas Tigris, el arquero; Malleus, el gigante; las Noctilucas; los hijos de Ales Equus (Pegaso); y tantos más, todos en lucha contra el terrible y sanguinario Ténebrus Lupus, y sus secuaces: Miasma y Arácknee.
Y como se ha dicho, quien esto escribió —Fidelius—, aquí manifiesta y data. Dejando nota de que esta historia es continuación de otras y anticipo de las siguientes.
domingo, 6 de octubre de 2013
«VORAZ» DE FERMÍN MORENO GONZÁLEZ
Tras el reciente éxito de El vuelo del oricú, el escritor Fermín Moreno, miembro de la Asociación Española de Escritores de Terror Nocte, saca este mes de septiembre de la mano de Dolmen Editorial, Voraz, una novela futurista de zombis.
En Voraz se recrean, a lo largo de tres actos (ambientados en el 2020, el 2044 y el 2064 respectivamente), especies humanas nuevas que se entremezclan y cohabitan en permanente pugna por la supervivencia. El Homo sapiens es tan solo otro eslabón más de la cadena, que lucha sin esperanza por continuar existiendo, en tanto que las nuevas van ganando terreno paulatinamente y marcan con sangre su propio territorio sin
perder ni un solo instante su fin último: sobrevivir. Sobrevivir a los muertos.
La novela “copula con las diferentes especies y del esperma de noches interminables van surgiendo poco a poco vertientes nuevas y alternativas de coexistencia que justifican de alguna manera los dementes pactos que habrán de sellarse, las treguas temporales y los saltos a través de varios estadios por donde trasiegan la vida y la muerte, olisqueándose mutuamente, a la espera del momento propicio para atacar… o morir”, señaló el autor.
Fermín Moreno González es escritor, traductor literario y editor de la revista de género fantástico Sable (Ediciones Tusitala). Además, este aragonés es licenciado en Educación Física yV profesor en activo. Ha sido finalista de los premios Monstruos de la Razón II 2009 y los Ignotus 2011 y 2012. Entre su producción literaria destacan las novelas Forastero en cuerpo extraño, La perdición fucsia y Voraz, así como su participación en las antologías Monstruos de la razón II, En la feria tenebrosa, Antología Z (volúmenes 2 y 4), La sangre es vida, Crónicas de la Marca del Este, King Kong solidario, Nuevas leyendas aragonesas o Insomnia. También ha publicado sus relatos en numerosas antologías y revistas francesas, italianas e inglesas.
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miércoles, 2 de octubre de 2013
CONCURSO DE RELATOS FANTÁSTICOS, CIENCIA FICCIÓN Y TERROR "LA MANO"
Además de concursos de largometrajes y cortometrajes, el festival incluye los de relatos, microrrelatos y audiolibros.
Enlace a las bases.
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jueves, 26 de septiembre de 2013
«LO QUE SUEÑAN LOS INSECTOS» DE JAVIER QUEVEDO PUCHAL
Con motivo de la reciente publicación de la obra Lo que sueñan los insectos de Javier Quevedo Puchal, presentamos esta entrevista y a continuación la reseña.
Javier Quevedo Puchal, (Castellón, 1976). Ha publicado las novelas: El tercer deseo (Odisea Editorial, 2008) y Todas las maldiciones del mundo (Odisea Editorial, 2009), Cuerpos Descosidos (NGCficción!, 2011), ganadora del Premio NOCTE 2012 a la mejor novela de terror nacional. A las anteriores hay que sumar Lo que sueñan los insectos (Punto en Boca, 2013).
Entrevista: Pilar Alberdi
Javier, definirías esta obra,Lo que sueñan los insectos, como...
En la superficie, es una novela negra con mucho suspense, mucho drama y un fuerte componente de terror. Una historia ágil y absorbente sobre jóvenes desaparecidas, entidades demoníacas, oscuros secretos, heridas por cicatrizar… y un desenlace que dudo que deje indiferente a nadie. Pero, si nos vamos a un nivel algo más profundo, diría que es una alegoría sobre los sueños que perseguimos y aquello que dejamos atrás durante el camino. De hecho, si hilamos algo más fino, me atrevería a afirmar que es una alegoría sobre estos tiempos de crisis que nos ha tocado vivir.
Desde tu anterior novela publicada a esta, ¿percibes que hay un cambio en tu narrativa? Si es así, ¿cuál?
Ambas comparten ese armazón que combina novela negra, terror y drama, pero en el caso de Cuerpos descosidos la estructura era más juguetona y laberíntica. Lo que sueñan los insectos es más lineal y va más al grano, al menos en apariencia, porque el arco temporal y los temas que trata son posiblemente más complejos. También se diferencia en el humor y los toques fantásticos, que en mi nueva novela son mucho más palpables que en Cuerpos descosidos y sirven para oxigenar lo claustrofóbico de la propuesta. Pero, sobre todo, Lo que sueñan los insectos se desmarca en esa voluntad alegórica que apuntaba antes y que creo que es lo que realmente marca para mí un paso adelante.
¿Qué te motivó a ponerle por título Lo que sueñan los insectos?
Me lo inspiró una cita de la película La mosca, con la que de hecho empiezo la novela: “Soy un insecto que soñó con ser hombre y le gustó. Pero ahora el sueño acabó y el insecto ha despertado”. Esto tiene mucho que ver con esa alegoría que comentaba: a veces soñamos con ser mariposas y, en nuestro camino por satisfacer ese sueño, despertamos convertidos en escarabajos peloteros. Mi novela trata básicamente de eso: lo engañoso de los sueños que perseguimos de forma obsesiva, hasta que perdemos algo esencial de nosotros mismos durante la busca.
¿Cómo ves el «fantástico español?» Es una forma de decir, lógicamente, pero esas dos palabras nos permiten comprender quiénes son los autores y también comparar lo que aquí se hace con lo de fuera.
Creo que hay autores de lo más interesantes y personales (Ismael Martínez Biurrun y Pilar Pedraza son los primeros que me vienen a la cabeza). Claro que en realidad siempre los ha habido, solo que ahora en un terreno abonado de pros y contras. ¿Cuáles son los pros? Que, de un tiempo a esta parte, parece que el público ha perdido un poco el miedo a leer género fantástico hecho aquí. ¿Y los contras? Que esto último no ha ocurrido en el momento más idóneo, que digamos (no hace falta que hablemos de la situación económica del país), por lo que ese caldo de cultivo parece que ha quedado un poco congelado entre el cierre de editoriales pequeñas y medianas y la desconfianza de las editoriales grandes, poco decididas a cambiar fórmulas en tiempos tan complicados.
¿Qué escritores te gusta leer? ¿Y releer?
Suelo decir que mis tres favoritos, y los que sin duda más me influyen, son Angela Carter, Ray Loriga y Clive Barker. Pero me gusta leer un poco de todo (sin duda, con cierta predilección por el terror) y voy saltando de una cosa a otra de forma bastante desordenada. En el último mes, por ejemplo, he pasado de un exponente del posmodernismo ochentero como Bret Easton Ellis a un clásico del costumbrismo como Miguel Delibes, después a Darío Vilas, uno de los nuevos valores de la llamada literatura zeta, y ahora a una autora tan inclasificable como Nuria C. Botey. Lo que no suelo hacer, por desgracia (o mala costumbre), es releer. Hay tantos libros ahí afuera y tan poco tiempo que, sencillamente, no me atrevo.
¿Tu próxima obra también se moverá dentro del universo fantástico y de terror?
En realidad, aún estoy en una fase temprana de recopilar ideas y tomar apuntes, pero desde luego no tiene pinta de que vaya a ser una novela de terror. Creo que encajará más en una fantasía oscura, así que hasta cierto punto me moveré dentro de determinadas coordenadas que ya conoces. A lo que sí pretendo seguir fiel es a mi amor por el dibujo emocional de los personajes, que en realidad creo que es lo que siempre me ha definido como autor, ya fuera en mis primeras novelas (más dramáticas) o en las dos últimas.
LO QUE SUEÑAN LOS INSECTOS
Reseña: Pilar Alberdi
«La primera vez que Milena se enfrentó a los demonios acababa de cumplir trece años. Sé que la historia ya es bien conocida a estas alturas, pero pocos están al corriente de todos los detalles». De este modo comienza Lo que sueñan los insectos de Javier Quevedo Puchal. Novela de género fantástico y de terror, dividida en dos partes con un total de once capítulos y más de trescientas páginas, escritas en primera persona por un narrador, Diego, un joven de treinta años, que a la vez es parte de la historia.
Las primeras frases de la novela, ya son en toda regla una invitación a la lectura, y para quienes conocen la narrativa del autor, también son una promesa, la de que nos contará algo interesante, cuya lectura no podremos abandonar hasta llegar al final, dentro de un marco fantástico que no escapa a nuestra realidad cotidiana, y que por los temas subyacentes que plantea, nos lleva a creer que estamos leyendo una historia demonológica, cuando en realidad, el autor nos ha puesto a mirar de frente a la sociedad en que vivimos y, al mismo tiempo, a ahondar en nuestros sentimientos. Allí, sobre el papel, es decir aquí, en nuestras vidas, hay ideas fijas, establecidas, decadentes, hipócritas, entre «Gente patética y gris que bracea contra las sacudidas de su propia mediocridad» junto a otras que intentan superar sus traumas o las injusticias que la vida les depara. Y si hay un referente bien establecido, aunque las diferentes posibilidades de lectura de esta obra pueden ser varias, es del autoritarismo, la necesidad de poder y la importancia que cada uno cree necesitar para sentirse seguro:«Cada uno es un perfecto don nadie que busca ser alguien». Por eso, «Hay algo en los dramas de los ricos, incluso en los que ya no son lo que eran, que siempre convoca más interés (por no decir morbosidad) que los dramas de la clase obrera». Y hay un pasado común, tanto para los personajes como para nosotros como lectores y ciudadanos de España y de Europa, que nos trae retazos del ayer, con ecos del franquismo y del neofranquismo, el Tercer Reich, sus fieles seguidores, y sus campos de exterminio. Si a esto sumamos, que conoceremos traumas no resueltos y difíciles relaciones familiares, amistades dudosas y amores imposibles, la curiosidad sobre lo que la novela puede contarnos está servida.
Los personajes principales son Milena y Diego. Este último, además, es el narrador. Ambos rondan los treinta años de edad. Otra protagonista esencial es, Isabel. Y hay, por supuesto, varios secundarios que luego detallaré.
El inicio de la obra nos muestra una prosa que nos recuerda, por los análisis que hace el narrador, el estilo que habitualmente se utiliza en los ensayos, con abundancia de conectores («En cualquier caso», «De este modo», «sin embargo»...), que sirven para dar mayor verosimilitud a los datos aportados. Comienza con una cierta morosidad, después de ponernos al corriente del tema se abre al diálogo en la página diez,y es a partir de la sesenta cuando se acelera por los hechos y el acortamiento progresivo de las frases, que nos obligará a no abandonar el libro hasta conocer todos y cada uno de los detalles fundamentales, así como la resolución del caso que Milena y Diego investigan. Hay frases cultas, ya sea que las digan los personajes o que lo haga el narrador. Y también del habla coloquial. Y hay frases brillantes, de las que no me resigno a dejar sin citar: «Garrapatas que sueñan con ser mamíferos», «¿Vivir la vida de otro es la única manera de sobrevivir?», «emparedarse tras un muro de recogimiento», «Acarició el tejido de sus sueños, rompió el himen de su subconsciente, la sedujo, la cortejó...» Porque si hay otro tema importante en este novela, y es algo que quiero destacar especialmente, es el entramado físico y psicológico que las mujeres portan en su deseo o negación de la maternidad, incluso en la forma de entenderla, y que el autor ya nos dejó adivinar con la elección de los dos párrafos iniciales, uno de David Cronenberg y el otro de Federico García Lorca. Pero no solo la maternidad, también la paternidad. Ambos párrafos son un anticipo subliminal de lo que nos encontraremos después y nos obligan, una vez más, a analizar los condicionamientos que las distintas épocas y las creencias imponen a todas las personas y, de un modo especial, a los colectivos minoritarios o con menos poder. De ahí que también se haga presente, aunque de manera indirecta, la violencia de género. Y también el de la creación y el arte. ¿Qué buscan Coco o Isabel en su quehacer artístico? ¿Lo mismo? ¿Qué surge de esa relación entre lo foráneo y lo propio? Entre las distintas formas de entender y vivir la sexualidad. Indudablemente, maneras de ser. Y ante la pregunta: ¿Qué es el arte? ¿Qué contestaría cualquiera? ¿Qué nos dice esta obra? ¿Y el arte efímero? Hay respuesta: «¿Acaso no lo es todo, de algún modo?» leemos. Sí, ¿acaso no lo es también la vida?
«—¿Petite Coco? —pregunta Milena, un tanto obvia por su parte.
La enorme mulata detiene al vuelo la copa de Martini que iba a llevarse a sus acolchados labios. Después, se voltea en nuestra dirección y nos observa con esos hipnóticos ojos verdes, sin duda venidos a menos por culpa del rimel corrido. Se atusa la frondosa melena, teñida de un rojo tan exagerado como el de su vestido.
—Puedes llamarme Coco, mi amor».
La historia también se acerca a esas instituciones cerradas, «inframundos», en donde la vida ya no es la misma, porque muchas veces es solo una muerte en vida, en donde cuesta reconocer a los seres queridos y antes vitales, y a los que se visita y se sigue amando para darles forma, para peinarlos con recuerdos, para vestirlos de sentimientos, para mostrarles fotos de las que no se sienten parte. Y este desgarro, se percibe hasta en otras frases. Porque los monstruos hablan y, a veces, exigen sacrificios; porque detrás del más oscuro rincón puede haber un mundo de «visiones luciferinas, azufre y olor a podredumbre». (…) «De modo que, aunque esta mañana daba por hecho que campearía con su destreza acostumbrada la entrevista en la radio, solo al término de la misma he advertido qué era en verdad lo que tanto la desanimaba. Nada que ver con ese esfuerzo adicional en la promoción, por supuesto, ni tampoco con la perspectiva de cena con los Sardà. Se trataba de algo más sencillo y a la vez, más complicado que todo eso: la visita a su madre. (…) Supongo que el hecho de que yo ni siquiera haya conocido a mis padres, hace que vea a los de los demás con cierta fascinación reverencial. No meramente como algo que quisiera para mí, sino como algo que me intriga y me repele al mismo tiempo».
«¿Endemoniados en el siglo XXI»? se pregunta Diego, el narrador, pese a que conoce el contenido de las visiones de su pareja.«Sin embargo, la labor de Milena nada tiene de exorcista, y aún menos de curandera». Aún así... «En más de una ocasión he oído decir a Milena que no todos los demonios son entidades de maldad pura. O que, por lo menos, no siempre lo son desde el principio. Algunos se asemejan a niños descarriados, que han salido del útero de las tinieblas y ahora no saben regresar. Criaturas asustadas y hambrientas, desorientadas, como un pájaro revoloteando en una estancia cerrada. Criaturas que, incapaces de verbalizar por sí mismas lo que necesitan, solo necesitan una mano amiga. Una mano que sepa leer su silencio desesperado y les abra de nuevo la ventana por donde se colaron...».
Diego, aparte de contarnos la historia, y de ser junto a Milena, uno de los investigadores accidentales de un drama que tiene como motivo fundamental la desaparición de Isabel, amiga de la niñez y juventud de Milena, representa el pensamiento crítico que compara constantemente lo que sabe y lo que afirmaban otros, contra lo que ahora se dice; las actitudes de ayer con las de hoy; y lo que ocurre en el minuto presente con el que inevitablemente ha de llegar. Además, es el que nos muestra lo forzoso de tantas situaciones personales, y lo inútiles que pueden resultar algunas veces las palabras o los gestos en las relaciones, no solo de pareja, cuando se intenta superar un mal momento, consolar a otro, contestar con la debida elocuencia o permanecer en silencio: «Milena deja revolotear una mirada sin brillo, muerta como la expresividad de una libélula». «Como otras veces antes, observo con dolor desde el burladero. La barrera es invisible, sé que ahí está. Basta con un simple paso en falso para solidificaro y separarnos, de modo que no me muevo». «(...) opto por replegar mis sentimientos», «(...) la abrazo con esa torpeza que a veces me hace creer que yo tengo cuatro brazos, y que ella apenas tiene medio cuerpo».
El autor no se demora en amplias descripciones de lugares y paisajes. Unas pocas pinceladas le alcanzan para darnos una idea de cómo es el Madrid que ven los protagonistas, y lo mismo ocurre con otras ciudades que aparecen en la novela. «El día ha amanecido con temperaturas algo más tibias que ayer, pero a medida que pasaban las horas, el cielo se ha encapotado hasta acabar convertido en un amasijo de tripas negruzcas. Para primeras horas de la tarde, Madrid ha quedado cubierto por un espejo de anillos de lluvia. No ha sido hasta hace un momento, mientras esperaba a Milena en el vestíbulo de la residencia, que se me ha ocurrido observar cierto paralelismo entre la evolución atmosférica y la de su ánimo a lo largo del día».
Estamos, pues, ante una investigación, similar a una policíaca, que busca encontrar a una persona desaparecida con toda la convulsión de sentimientos y esperanzas encontradas que eso conlleva entre sus familiares y amigos, con el temor a lo demoníaco y a los seres que lo pueblan, desde una narrativa, como hemos dicho, enmarcada en lo fantástico, rica en vocabulario, que resalta a cada instante la realidad en que vivimos: gente desposeída de sus bienes y derechos, subvenciones de dudosa procedencia, democracias que se tambalean, y la hipocresía de quienes podrían cambiar las cosas y no lo hacen. O como se dice en la obra, y solo por citar un pequeño ejemplo: «El público de Milena, empachado de cinismos, sueña con vivir en una realidad donde, por horrible que sea, también otra realidad es posible».
Porque los demonios existen, ¿o no?, me pregunto. El Rata, Greñas, Sadic Sardá, Camille, Katrina Secelanu, Adela, Pietr Wetendorf, Fedora, Pablo, Mercé, Isabel, Diego Milena... Son solo los personajes de esta obra, y, sin embargo, representan esa sombra ante la que todo el mundo parece estar dispuesto a ceder: «La promesa de una ambición satisfecha siempre ha sido el mejor de los reclamos».
Miro las notas que he tomado para preparar la reseña y veo que he escrito algunas preguntas que iban surgiendo con la lectura, y de las que entresaco las siguientes: ¿Podemos desestimar lo que el destino parece tenernos deparado?¿Qué se puede llegar a sentir cuando descubres que has sido el vulgar peón de «un juego de muerte y venganza que ni siquiera te/nos incumbe?». ¿La traición es siempre el origen del drama? ¿De verdad, la vida es una «broma cósmica»? Y si lo es, ¿qué hay más allá de estas pasiones y sentimientos, de la tortura en que a veces se convierte la búsqueda y el deseo de cumplimiento de nuestros mejores sueños? Acaso, ¿somos como esas «Criaturas asustadas y hambrientas, desorientadas, como un pájaro revoloteando en una estancia cerrada» que se colaron en un mundo que no les pertenecía? Para descubrirlo, lean la novela, vayan hacia ese punto y final en donde acaba Lo que sueñan los insectos de Javier Quevedo Puchal.
Lo que sueñan los insectos
Javier Quevedo Puchal
Editorial: Punto en Boca.
Formato: Rústica (tapa blanda) 15x21 320 páginas.
ISBN: 9788494107801
Enlace al ebook en Amazon
Datos contraportada
Lo que sueñan los insectos, de Javier Quevedo Puchal, es mucho más que un thriller paranormal intenso y perturbador: es un viaje emocional de suspense creciente, que desemboca en una insólita reflexión sobre lo que somos y lo que podríamos haber sido. Sobre lo que dejamos atrás para perseguir nuestros sueños y lo que nos deja a nosotros cuando creemos haberlos conseguido.
Sinopsis
Isabel, una joven de familia acomodada, desaparece de su casa de Sitges sin dejar rastro. Por desgracia, ni la Policía ni el investigador privado contratado por el padre de la desaparecida, el magnate cinematográfico Didac Sardà, consiguen arrojar luz al caso. Cuando Milena, la mejor amiga de Isabel y experta en demonología, recala en Madrid durante una gira promocional, el reencuentro con Didac volverá a abrir viejas heridas. Y es que el padre de su amiga cree haber dado con una pista que podría llevar a Isabel. Una pista que solo Milena parece capacitada para seguir. Lo que ella no sospecha es que la madeja que desenredarán sus investigaciones sacará a la superficie algo más profundo que la verdad y más aterrador que las entidades demoníacas a las que se enfrenta cada día: su propio pasado.
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Enlace a la reseña de la anterior novela de Javier Quevedo Puchal, Cuerpos descosidos, en Sobre literatura fantástica.
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lunes, 23 de septiembre de 2013
«LOS SIETE MENSAJEROS Y OTROS CUENTOS» DE DINO BUZATTI
Por: Pilar Alberdi
Decía Franz Kafka: «A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar».
Es siempre un placer recordar la obra de Dino Buzatti (1906-1972). Tengo en mis manos un conjunto de sus relatos publicados hace tiempo por Alianza Editorial, entre los que se encuentran Los siete mensajeros, Siete plantas, Tormenta en el río, La capa, La matanza del dragón, Noticias falsas, Miedo en la Scala, Una gota, La canción de guerra, El pasillo del gran hotel, Imitaciones superfluas, El hundimiento de la Baliverna, Algo había pasado, El derrumbamiento.
Como las lecturas siempre hablan más de uno mismo que de la obra del escritor, tengo que decir que siento preferencia especial por Los siete mensajeros y por Siete plantas.
Al autor se lo compara muchas veces con Kafka, por la creación de mundos y situaciones absurdas que nos recuerdan nuestra realidad. Sin embargo, son muchos los autores de los años 40 y 50 del siglo pasado que utilizaron el «absurdo», no porque fuese una técnica especial a la que hubiesen llegado tras pasar por distintas etapas artísticas, sino porque la Primera y Segunda Guerra Mundial les obligó a enfrentarse a esa falta de sentido que adquirió la vida. De ahí también el auge del «existencialismo». Utilizaron el absurdo autores tan valiosos como Samuel Beckett o Eugene Ionesco. Ambos nos legaron obras de teatro, sorprendentes, como La felicidad y Esperando a Godot o La cantante Calva y Las sillas, respectivamente.
Los siete mensajeros es un cuento corto que gusta a mucha gente y que nos remite de algún modo a su novela El desierto de los tártaros. La cuestión es la siguiente: parte un príncipe de la tierra de su padre a conocer los territorios del reino que heredará. Selecciona entre los mejores soldados a siete que le servirán de mensajeros y les da a cada uno un nombre que sigue el orden de las letras del alfabeto. A medida que la comitiva avanza, los mensajeros parten a llevar noticias del viaje y a traerlas. Pero cada vez este tiempo de la reunión con el enlace se demora más. Llega un punto en que son 7 años y aún serán muchos más. Son cartas que van y vienen. Probablemente, para quienes son jóvenes y no han necesitado utilizar el correo convencional, tal y como lo conocimos los mayores, les resulte difícil de comprender cuánto se puede desear la llegada de una carta en la que esperamos noticias de seres amados, o cómo las cartas podían cruzarse y había que esperar a la siguiente. Quien lea a los escritores del siglo XX como el grupo de Bloomsbury, sabrá por sus obras (diarios, novelas), y también por otros muchos escritores anteriores y de su época, que entre ellos se enviaban abundante correspondencia diaria.
Añado como curiosidad que a mediados del siglo XX una carta a Sudamérica enviada desde Europa podía tardar quince días. Y en esa época era tan caro viajar en avión que la mayoría de las personas lo hacían en transatlánticos. Hoy,esa misma carta llega en cinco días, y un mensaje por Internet en un instante.
Pero volvamos a la historia de ese cuento, llega un punto en el que el príncipe calcula que el último mensajero que puede enviar al reino de su padre, llegará de regreso treinta y cuatro años después. En ese momento, el príncipe contará setenta y dos años, si es que aún vive. Igual decide mandarlo, y por él sabrá conocerá la notica de que su padre ha muerto, su hermano se sienta en el trono y que a él, viajero incansable, lo dan por muerto.
Como ya no hay vuelta atrás, como no tiene edad para regresar, decide enviar a sus mensajeros hacía adelante, hacía las nuevas tierras a las que podrá acceder o quizá no, de tal modo que aunque no llegase en persona a ellas, tuviese algunas noticias.
Indudablemente este cuento es una alegoría de la vida. Una vez iniciado el camino sólo nos queda el futuro. Y este es el mensaje subliminal que cada uno entiende desde sus experiencia personal.
Otro cuento que me gusta mucho de esta colección es Siete plantas, en una época en donde era común que los médicos enviasen a los enfermos a sanar en balnearios o clínicas especializadas, en el sitio al que acude el enfermo de esta historia, se destina a los pacientes según su gravedad a distintas plantas. Por una serie de situaciones y equívocos, el protagonista que había llegado a la planta de los válidos, acabará en la de los moribundos.
Y si alguien cree que he contado algo se equivoca, porque a estos cuentos de Dino Buzatti, hay que leerlos para disfrutarlos. Son, al menos varios de los que me gustan, como esas novelas en las que el escritor ofrece todos los datos, y sin ocultar nada desde el principio, resulta que por el interés que nos despierta la historia, aún después del final sigue habiendo misterio. Pienso por ejemplo, en ese otro cuento de esta misma colección titulado Tormenta en el río, ahí vemos cómo pasan por la vida las personas, y esa pequeña historia sobre generaciones que se suceden en el tiempo, nos conmueve. Hablan las plantas, los insectos, nos lo dice el narrador con una prosa serena y apacible, mientras nos lleva de la mano hacia la orilla de un río y hacia las pequeñas vidas que lo habitan. Allí, las plantas saben lo que va a pasar, lo que les ocurre a los humanos, lo que ha pasado siempre, que los viejos desaparecen, aunque en esta ocasión comprenderán que no siempre es así. Este tema de las pérdidas también aparece en su cuento La capa.
En resumen, fantasía y realidad ,y sobre todo calidad.
Decía Franz Kafka: «A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar».
Es siempre un placer recordar la obra de Dino Buzatti (1906-1972). Tengo en mis manos un conjunto de sus relatos publicados hace tiempo por Alianza Editorial, entre los que se encuentran Los siete mensajeros, Siete plantas, Tormenta en el río, La capa, La matanza del dragón, Noticias falsas, Miedo en la Scala, Una gota, La canción de guerra, El pasillo del gran hotel, Imitaciones superfluas, El hundimiento de la Baliverna, Algo había pasado, El derrumbamiento.
Como las lecturas siempre hablan más de uno mismo que de la obra del escritor, tengo que decir que siento preferencia especial por Los siete mensajeros y por Siete plantas.
Al autor se lo compara muchas veces con Kafka, por la creación de mundos y situaciones absurdas que nos recuerdan nuestra realidad. Sin embargo, son muchos los autores de los años 40 y 50 del siglo pasado que utilizaron el «absurdo», no porque fuese una técnica especial a la que hubiesen llegado tras pasar por distintas etapas artísticas, sino porque la Primera y Segunda Guerra Mundial les obligó a enfrentarse a esa falta de sentido que adquirió la vida. De ahí también el auge del «existencialismo». Utilizaron el absurdo autores tan valiosos como Samuel Beckett o Eugene Ionesco. Ambos nos legaron obras de teatro, sorprendentes, como La felicidad y Esperando a Godot o La cantante Calva y Las sillas, respectivamente.
Los siete mensajeros es un cuento corto que gusta a mucha gente y que nos remite de algún modo a su novela El desierto de los tártaros. La cuestión es la siguiente: parte un príncipe de la tierra de su padre a conocer los territorios del reino que heredará. Selecciona entre los mejores soldados a siete que le servirán de mensajeros y les da a cada uno un nombre que sigue el orden de las letras del alfabeto. A medida que la comitiva avanza, los mensajeros parten a llevar noticias del viaje y a traerlas. Pero cada vez este tiempo de la reunión con el enlace se demora más. Llega un punto en que son 7 años y aún serán muchos más. Son cartas que van y vienen. Probablemente, para quienes son jóvenes y no han necesitado utilizar el correo convencional, tal y como lo conocimos los mayores, les resulte difícil de comprender cuánto se puede desear la llegada de una carta en la que esperamos noticias de seres amados, o cómo las cartas podían cruzarse y había que esperar a la siguiente. Quien lea a los escritores del siglo XX como el grupo de Bloomsbury, sabrá por sus obras (diarios, novelas), y también por otros muchos escritores anteriores y de su época, que entre ellos se enviaban abundante correspondencia diaria.
Añado como curiosidad que a mediados del siglo XX una carta a Sudamérica enviada desde Europa podía tardar quince días. Y en esa época era tan caro viajar en avión que la mayoría de las personas lo hacían en transatlánticos. Hoy,esa misma carta llega en cinco días, y un mensaje por Internet en un instante.
Pero volvamos a la historia de ese cuento, llega un punto en el que el príncipe calcula que el último mensajero que puede enviar al reino de su padre, llegará de regreso treinta y cuatro años después. En ese momento, el príncipe contará setenta y dos años, si es que aún vive. Igual decide mandarlo, y por él sabrá conocerá la notica de que su padre ha muerto, su hermano se sienta en el trono y que a él, viajero incansable, lo dan por muerto.
Como ya no hay vuelta atrás, como no tiene edad para regresar, decide enviar a sus mensajeros hacía adelante, hacía las nuevas tierras a las que podrá acceder o quizá no, de tal modo que aunque no llegase en persona a ellas, tuviese algunas noticias.
Indudablemente este cuento es una alegoría de la vida. Una vez iniciado el camino sólo nos queda el futuro. Y este es el mensaje subliminal que cada uno entiende desde sus experiencia personal.
Otro cuento que me gusta mucho de esta colección es Siete plantas, en una época en donde era común que los médicos enviasen a los enfermos a sanar en balnearios o clínicas especializadas, en el sitio al que acude el enfermo de esta historia, se destina a los pacientes según su gravedad a distintas plantas. Por una serie de situaciones y equívocos, el protagonista que había llegado a la planta de los válidos, acabará en la de los moribundos.
Y si alguien cree que he contado algo se equivoca, porque a estos cuentos de Dino Buzatti, hay que leerlos para disfrutarlos. Son, al menos varios de los que me gustan, como esas novelas en las que el escritor ofrece todos los datos, y sin ocultar nada desde el principio, resulta que por el interés que nos despierta la historia, aún después del final sigue habiendo misterio. Pienso por ejemplo, en ese otro cuento de esta misma colección titulado Tormenta en el río, ahí vemos cómo pasan por la vida las personas, y esa pequeña historia sobre generaciones que se suceden en el tiempo, nos conmueve. Hablan las plantas, los insectos, nos lo dice el narrador con una prosa serena y apacible, mientras nos lleva de la mano hacia la orilla de un río y hacia las pequeñas vidas que lo habitan. Allí, las plantas saben lo que va a pasar, lo que les ocurre a los humanos, lo que ha pasado siempre, que los viejos desaparecen, aunque en esta ocasión comprenderán que no siempre es así. Este tema de las pérdidas también aparece en su cuento La capa.
En resumen, fantasía y realidad ,y sobre todo calidad.
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