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miércoles, 18 de julio de 2012
EL PRÍNCIPE
Por: Pilar Alberdi
Podía ser un mendigo, pero era un príncipe. Entró por mis sueños con la capa mojada. Se la quitó. ¿Era azul o amarilla? No recuerdo bien. Tal vez era roja. La movió en el aire, y la lluvia en forma de palotes volvió a caer de forma estrepitosa. Todo él olía a menta y albahaca...
Pensé que podía hacer una hoguera por la noche para calentarnos a los dos. En un recodo surgiría un lago. Más allá, montañas. Con mi imaginación, lo conseguí.
La imagen del bosque y de los pinos apareció de súbito. Y la luna, ya estaba allí.
Una noche, aunque en realidad fue más de una, dejó fuera de la casa su cabeza; así, tal cual, como lo escuchan: «Para que lágrimas de rocío rueden por mis mejillas», dijo. Al trasluz de la ventana, yo lo miraba asombrada. La cortina se movió a mi lado. Sentí un escalofrío. Primero una ráfaga de viento. Después... ¡una algarabía! Vi llegar un circo y acampar junto a su cabeza. ¡Él sonreía! Había elefantes, caballos, un domador, una señora barbuda, bellas amazonas, el hombre más gordo del mundo, el más alto y el más viejo. Y, además, la cabeza crecía minuto a minuto: ¡era ya la de un gigante!
No se trataba de atrapar al público con imágenes, sino con la voz de los colores. Surgieron pompas de luna por el cielo. Verdaderas nubes de colores. Y cuando fumaba, lo hacía con una pipa de ébano, pero el humo de su tabaco caía hacia abajo. Nunca se rió de mí, ¡jamás!, porque yo no supiera hacerlo. Ni me tuvo conmiseración. Ni pena. Y lo mismo ocurría cuando se abría la camisa y hasta la piel y se acariciaba con sus dedos regordetes el corazón, y sacaba de su zurrón, exactamente, la cifra de: «2344 caramelos y dos sueños; una casa grande, dos ratones y tres rápidas canicas». Sólo algunas noches, cuando me veía muy preocupada porque sentía que me caía a un pozo o no podía subir por escaleras a las que se les caían los peldaños, de cuatro en cuatro, de tres en tres, de dos en dos, de uno en uno, me decía: —Duerme cariño: ¿no ves que es sólo un sueño?
Foto: derechos adquiridos en Fotolia.
El relato: lo escribí para un concurso, una de esas mañanas en que estaba más dormida que despierta. Me gusta. Esa es la sencilla razón de que lo suba aquí. Apareció publicado varios días en un blog de la revista "miNatura",creo que fue el año pasado o el anterior, mientras se decidía un concurso.
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