martes, 17 de enero de 2012

TEMAS DE CORRECCIÓN Y ESTILO



Por: Pilar Alberdi

«Muletillas» también llamadas «falsos amigos». Las repetimos, sin darnos cuenta, cuando conversamos, por ejemplo: «vale», «¿me explico?»... La lista sería abundante. Y a este lastre hay que sumar otros como el de las redundancias, repeticiones... Pero para los escritores el problema viene cuando, al margen de las muletillas que habitualmente utilizamos en la conversación, tenemos otras, que por costumbre aplicamos a nuestros textos. Por ejemplo: «miró de soslayo», y así muchas más que, curiosamente, no utilizamos en nuestras conversaciones, pero que se han perpetuado en los textos que leemos. Ya sea porque los utilicen los escritores de origen o los traductores. Por ejemplo, un amigo me comentaba la cantidad de veces que había tenido que leer en una conocida novela, la palabra «retrepó» más sus variantes.
Si aparecen unas pocas veces, no hay problema, porque si están distanciadas, habrá lectores que ni se den cuenta, especialmente los que leen rápido, pero si aparecen demasiadas veces, la lectura del texto se entorpece y, en vez de llamar nuestra atención sobre la historia, que es lo fundamental, lo hace sobre estos pequeños detalles con lo cual se acaba desviando nuestra atención.
Todos, sin excepción, utilizamos este tipo de «muletillas o falsos amigos»; incluso, arrastramos modismos o formas de hablar que son de las regiones en donde pudieron vivir nuestros padres o nosotros mismos en otra época. Para un escritor que trabaja rápidamente en su novela, sería un problema detenerse a cada instante a mirar qué ha puesto. Incluso, por costumbre, es probable que tras una primera, segunda o duodécima lectura ni las vea, porque está acostumbrado a ellas. De ahí la importancia de que nuestros textos los lean otros. Pero sí es tarea de quien corrija, señalarle en dónde están. Esto entraría dentro de la corrección de estilo; pero es necesaria. Y, todavía mejor, si el corrector no conoce a los personajes del libro, porque de ese modo podrá ver detalles, que se le escaparían a otra persona que sí los conozca.
Lo que está claro, y con el tiempo yo lo he experimentado, es que debemos volvernos cada vez más cuidadosos con nuestros textos.

8 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo!!
    Gracias por compartir!!

    besos!!

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  2. Gracias por recordárnoslo. Creo que nos ocurre a todos; de ahí la importancia de que otros, ajenos al proceso de redacción, nos lean!
    Saludos

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  3. Hola Jo, sí que hay temas para comentar. Otro día hablaré de los "gerundios", especialmente, los de posterioridad . Han sido un problema para mí, por mi origen argentino y la influencia del francés en aquel medio, pero estos últimos años los detecto mejor, los suprimo, y reelaboro las frases.
    Como escritores, sin duda, siempre tendremos algo para corregir y también para aprender. Y digo por suerte, porque eso quiere decir que mantemos la ilusión y la curiosidad.
    Gracias por dejar aquí tu comentario.
    Un saludo.

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  4. Completamente de acuerdo, a veces un texto se estropea justamente por una muletilla repetida hasta la saciedad. O si es demasiado vistosa. Lo de los falsos amigos creo que se refiere más a la traducción, es decir aquellas palabras que en otro idioma se parecen demasiado o a veces son idénticas al nuestro, pero su significado, sin embargo es distinto por completo.(Por ejemplo, sensible,o actually, en inglés) En las traducciones hay que ser muy cuidadoso, y la verdad es que muchas veces no lo son. Traducir es casi como reescribir un libro, es vivirlo de nuevo y tratar de transponer no sólo la idea sino el estilo a un idioma distinto.
    Hay algunas muletillas, como el "para nada" que son, francamente, odiosas. Porque además es que en el propio idioma son absolutamente incorrectas, pero de tal uso cotidiano que nadie se da cuenta. En fin, aqui dejo mi granito de arena.

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  5. Muchísimas gracias por dejar tu comentario. Sé que el tema de las traducciones es muy complicado. Por ejemplo, el otro día leía una obra de una autora japonesa, y sentía que algo faltaba, que alguien que era capaz de dar esos enfoques, tenía que haber hecho alguna repetición más para unir elementos de los temas que trataba, pero eso que yo percibía y que pensaba que debía estar en el original, no lo sentí en español, aunque me gustó la obra y sobre todo, el sentido.
    Lo ideal sería poder leer en la lengua original para captar, además, la sonoridad y el ritmo.
    Juan Ramón Jiménez decía que no hay poesía, que todo es narrativa con ritmo.
    ¿Leemos con el oído? Supongo que sí. Andersen decía que él corregía con la lengua. Creo que es así.
    Un abrazo.

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  6. Ojalá suban más temas sobre corrección y estilo.

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  7. Hola bella, bueno lo primero yo no soy escritora, pero bueno de vez en cuando escribo cositas cortas, y realmente cada vez me da más miedo porque me da vergüenza lo mal que escribo, se que el fondo de lo que quiero decir se entiende pero también se que esta fatal expresado ainssssss Besitos y para mi muy buena entrada.

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