lunes, 24 de enero de 2011

"LOS VIEJOS PAPELES" DE DAVID PANADERO



Por Pilar Alberdi.

Con Los viejos papeles inicia la editorial NGCficción! , el número 1 de su colección de bosillo. Por cierto, este libro, al igual que los anteriores, tiene un precio accesible, y la calidad es muy buena.
La ilustración de la cubierta de Felideus brilla con la calidad propia del texto que pretende recoger.
Comienza la obra con una introducción titulada Verdades a medias.
Dice David Panadero:«Me apetecía escribir sobre la novela popular en España, los modestos bolsilibros de la posguerra, que se publicaron en editoriales como Bruguera y Rollán y que escribieron autores invisibles como Silver Kane, Keith Luger o Clarck Carrados» . Autores obligados a disimular su españolidad bajo un seudónimo anglófilo, y a escribir al mes varias novelas cortas.
Puesto a señalar a algunos de estos autores, David Panadero nombra a Carlos Pérez Merinero, Francisco González Ledesma y Manuel Blanco Chivite a quienes entrevistó para la revista que dirige Prótesis. Autores que, probablemente, le ayudaron con su amena charla y sus comentarios, para la comprensión y el acercamiento a una época que ya no existe más que en la memoria.
La novela nos muestra la relación de dos personajes «unidos por un pequeño enigma que les conduce a un misterio del pasado: una muerte sangrienta que ni mencionaron los periódicos. Como telón de fondo, el Madrid del desarrollismo, el auge de la construcción, la lucha política clandestina, los sindicatos y los intentos de convocar una huelga general». Si a esto sumamos, que el autor dice haber terminado de escribir su obra un 23 de febrero, es imposible que por la comisura de los labios no se nos escape una sonrisa. Es como si partes del pasado, por ejemplo, ese «desarrollismo», hubiese vuelto convertido en la «próspera economía del ladrillo» que teníamos hasta hace poco tiempo. Y que lo que les pasaba a aquellos autores españoles, aún continúa sucediendo en España, donde algunas editoriales piensan que aún venden más los autores extranjeros. Por suerte, no es el caso de NGCficción!, ni de otras editoriales con proyectos y resultados muy interesantes.
Pero no se asombren, porque los parecidos que el destino se encarga de unir, no acaban aquí, y las tornas, el juego entre pasado y presente, no ha hecho más que empezar.¿Conocen ustedes lo que es una cinta de Moebius? Dejo aquí el tema, pero volveré a el.
Escrita en primera persona, comienza la novela con las palabras del joven periodista Arturo Iglesias: «Tuvo que morir mi madre para que yo empezara a hacer mi vida. No mentiré diciendo que tomé la decisión la misma mañana en que la encontramos. No, fue esa tarde cuando le llamé, y me citó para el día siguiente, a las cinco». El resultado será la primera cita con el escritor de bolsilibros, Mateo Duque, verdadero nombre de quien en el pasado había escrito bajo el seudónimo de Matt Duke. La confrontación dialéctica le hace reflexionar sobre los temas que hablan y sobre la clase de persona en que se ha convertido el viejo escritor: «...no dejaba de pensar en Mateo, en su perenne gesto de desconfianza, en ese aire taciturno de indiferencia, en su aparente suficiencia. Su momento había pasado, y él parecía asumirlo sin ninguna sensación de derrota».
En la segunda cita que ambos tienen conocemos lo que le gustaba al joven Arturo Iglesias de aquellas revistas que había leído de niño, en la soledad de una casa en donde una madre, nunca deseosa de hablar del pasado, debía ausentarse para ir a trabajar: «Ya no recordaba cuáles había leído y cuáles no, pues en cierto modo todas venían a ser iguales, siempre con personajes parecidos. Por eso, para mí, todas eran diferentes y a la vez la misma». Certera apreciación de David, que corrobora lo que habitualmente nos ocurre cuando leemos, necesitamos que todas las historias sean diferentes, y a la vez que se parezcan en algo, profundo y especial, que llega siempre a nuestro inconsciente de una manera directa, y según hayan sido nuestras vivencias.

El libro que comienza con frases largas cobra impulso y, al mismo tiempo que consigue mantener el ritmo de una prosa cuidada, va reduciendo las oraciones, consiguiendo una mayor agilidad que nos empuja, página a página, a continuar leyendo.
Aunque en la obra ocupa mayor espacio el diálogo que la narrativa, y ambas mucho más que las descripciones, y pese a estar escrita en primera persona, que aunque nos acerca a los personajes de un modo directo, también resulta más difícil para el escritor cuando se trata de llevar adelante una novela, el resultado de la lectura es plenamente satisfactorio. Sentimos que hemos estado en medio de esas conversaciones, que los hemos acompañado en sus pensamientos. Incluso en los momentos en que ya intuimos lo que ocurre, no nos importa, queremos seguir ahí, en medio de la historia hasta que aquello estalle en el descubrimiento de un secreto que ya no puede ni debe ser guardado por más tiempo, y que afecta a lo que ha sido la vida de ambos escritores.
Durante la mayor parte del libro este secreto pugnará por encontrar la luz, y se convertirá en una pelea de pensamientos silenciosos que buscan la manera de salir a la superficie, de golpes de tensión, de latidos desbocados de corazón, de alcohol y de resaca. Y aunque nos enteraremos de lo más grave, también se nos dirá cuáles han sido las razones que influyeron en el viejo y en el nuevo autor para escribir.
Precisamente, será uno de esos libros inacabados de Mateo Duke,cuyos personajes en un juego de espejos, aunque se llamen James Colt, Violent Vicky, el pequeño Jim, y Silent Tom, cobrarán una luz especial como espectros que vuelven a la vida de las palabras para ocupar en el presente y en la novela, el lugar que reclaman y les corresponde.
En este juego de espadas sabremos que al viejo escritor «le gustaba oírse (…) Hablaba con la convicción de los que son completamente ajenos a cualquier género de dudas». Una pose. Sin embargo, luego sabremos que ese hombre se pasó casi toda su vida recordando un rostro...«Fíjate, lo que más recuerdo de tu madre es ese abundante cabello negro, que le caía sobre los hombros, rebelde, ensortijado. Muchas veces me sorprendo por la calle fijándome en las que mujeres que tienen un pelo como el suyo. Alguna vez, cuando una me llama la atención, no puedo evitar seguirla. Y cuando la alcanzo, le miró el rostro con la esperanza de encontrarla». Y como estas cosas también nos han pasado a nosotros los lectores, ¿quién no ha querido volver a ver el rostro de un amigo, un familiar, un novio o novia de la adolescencia o la juventud?, nos llegan al alma.
De este modo esa novela Yo, la ejecutora, subtitulada Apuntes para una novela y firmada por Matt Duke, que había quedado guardada durante varias décadas vuelve a la luz. No sólo para explicar el pasado, sino para intentar lo mismo con el presente.
Dividida la obra en una introducción y tres partes, todavía el final nos deparará una última sorpresa.
Y ya para terminar, debo decir que por muchas cuestiones me siento cerca de esta novela: por las razones que intenta argumentar y explicar; por el nexo entre personajes; y por el tratamiento del tiempo-espacio. Característica que reúnen algunas de mis novelas cortas aunque sobre temas diferentes.
Por último, y ya para terminar, quiero repetir lo que dije al principio: ¿conocen ustedes lo que es una cinta de Moebius? Aquí la tienen, en esta obra: principio y fin que se repiten hasta el infinito o, al menos, hasta el punto final de esta obra de David Panadero, Los viejos papeles, que nos deja el placer de haber leído un buen libro.


OTROS LIBROS DE LA EDITORIAL NGC ficción!

NECRÓPARIS de Fernando Cámara.


LA VERSIÓN DEL MINOTAURO de Francis P. Fernández.


FRAGAMENTOS DE BURBUJA de Juan Antonio Fdez. Madrigal.

De todas podrán encontrar entrevistas o reseñas en este blog.

1 comentario:

  1. "Los viejos papeles" resulta ser una pequeña novela entrañable, que se deja leer de un tirón y deja muy buen sabor de boca.Para disfrutarla ante una chimenea con una copa de buen vino!!
    Un abrazo,
    Norberto

    ResponderEliminar