lunes, 4 de octubre de 2010

ENTREVISTA A IGNACIO CID HERMOSO


Por Pilar Alberdi


Este año hice muy buenos amigos en la red. Me siento contenta no sólo de estas relaciones sino de saber que todos son gente activa luchando por la literatura, abriendo camino para sí mismos pero también para otros. Y de esta generosidad se hablará bastante en el futuro. Creo que se puede decir también sin temor a equivocarse que son buenos tiempos —pese a la crisis o quizá gracias a ella— para las pequeñas editoriales y también para las revistas que se ocupan del fantástico en sus diferentes modalidades y que luchan y apuestan por los autores españoles.
Soy ya una corredora de fondo, especialmente por edad, y sé descubrir donde hay otros autores fogueados en la lucha por hacer de la palabra algo vivo, que nos sorprenda, pero después de que el texto haya pasado por la difícil tarea de sorprendernos a nosotros, algo siempre tan difícil.

He llegado hasta Ignacio Cid Hermoso a través de su blog Ventajas de ser un hipopótamo.
Página a la que también pueden acceder desde «Blogs que sigo». La razón: ambos habíamos sido finalistas en un par de concursos. Pero el arribo a su blog me hizo entrar en contacto con palabras sensibles, con un hombre tranquilo, agradecido. Así lo intuyo. Creo que es uno de esos escritores que del éxito, de momento, conoce sólo el trabajo, y sabe, deduce, que está en el lado mejor, el de la obra hecha en silencio.

Así que dicho lo presente y ante la certeza de ver reunidos en breve algunos de sus mejores cuentos en la colección «A sangre» de la Editorial Saco de Huesos, doy comienzo esta entrevista.

Nueve concursos en los que has sido ganador o finalista el pasado 2009. Y en 2010 ya van seis y aún queda esperar resultados... ¿Te sientes...?
Bueno, en primer lugar me siento realmente agradecido por tu interés y amabilidad a la hora de haberme propuesto esta entrevista, que es una gran oportunidad para que pueda expresarme y soltar parte de lo que llevo dentro.
Y contestando a tu pregunta, te puedo decir que, a día de hoy, el sentimiento que predomina en mí es el de satisfacción. Una satisfacción profunda, pero al mismo tiempo íntima. Íntima porque, como bien dices, en este ámbito en el que nos movemos, el éxito no trasciende más allá de cierta parcela de atención, y la única faceta del prisma que puedo saborear (y que quiero saborear) es la del premio al trabajo y a la fe en uno mismo. Muy pocas personas saben lo que significa para mí escribir, y a ese círculo remito la intimidad de mi satisfacción. Más concretamente, puedo decir que el mes de noviembre de 2009 cambió mi vida como escritor, pues gracias a ganar el “Monstruos de la Razón”, el “Liter” y el “Caldero Mágico”, me di cuenta de que, por obra de alguna extraña alquimia, lo que escribía estaba teniendo buena acogida. Eso cambió en parte mi concepto, egoísta y torpemente romántico, de escribir sólo para mí… si es que eso era posible hacerlo.



Alguna vez que me ha tocado aconsejar a escritores jóvenes les he dicho que participen en concursos, que insistan, sé que es una lucha demoledora pero también un modo de perseverar para conseguir un objetivo, el de ganar, porque eso es lo que uno quiere cuando es joven, ser reconocido, pero luego..., no sé qué opinas tú, con los años, sólo queda el placer de participar, de crear un tema, mejor aún si está propuesto el título e incluso si tiene límites como el del número de páginas o renglones. Creo que es entonces cuando llega ese momento especial, cuando de verdad uno disfruta frente al reto consigo mismo.
Estoy de acuerdo en gran parte de lo que dices. De hecho, creo que el ciclo de vida de un escritor tiene varias etapas, tres de las cuales creo conocer ya desde mi humilde y corta experiencia. La primera de ellas se me antoja primordial, esencial y absurda de mencionar: escribir para aprender a escribir. De los frutos de esta primera etapa puede que te llegues a arrepentir en algún momento posterior, pero sería de necios rechazarla, pues supone el germen de todo lo que vendrá después. Es más, debo decir que uno de los trece relatos que componen mi antología es uno de esos cuentos púberes, que curiosamente ha resistido la criba escondido entre otros mucho más maduros.
La segunda etapa supone esa apertura a la que haces referencia: concursar, comprobar la aceptación de tus relatos, seguir aprendiendo desde otra perspectiva (pero ojo, sin renunciar nunca a uno mismo), y catar la hiel de la derrota, que todos hemos probado en más de una ocasión. La tercera etapa es la del pasito definitivo, en la que, por muy bueno e insistente que sea uno, siempre tiene algo que decir la fortuna o el propio azar… ya sabes, eso de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Así empecé a ganar certámenes y, como guinda, llegué a la publicación profesional.
Pero también me gustaría enfocar tu pregunta desde ese otro lado más crepuscular que he creído intuir, ese del momento especial. No sé si decir que ganar sólo importa hasta el momento en que lo consigues, pues sería una falta de respeto por mi parte no incluir en el saco a todos aquellos escritores de vocación que se pasan toda una vida intentándolo sin ganar nunca nada; pero desde mi experiencia, que es desde lo único que puedo hablar, te puedo decir que sí, que llegado a un punto, esa necesidad casi física de sentirse reconocido desaparece y cede su lugar a algo mucho más romántico si prefieres, que es el hecho de volver a disfrutar escribiendo, devolverse uno mismo a sus orígenes.



¿Te sientes más a gusto dentro del microrrelato, el relato breve o el largo?
A día de hoy, dentro del relato breve. Alrededor de las tres mil palabras está mi techo natural, un límite que me da infinita pereza atravesar en la mayoría de los casos, aunque tengo relatos bastante más largos. Lo de mi flirteo con el microcuento creo que es eventual, aunque admiro profundamente a los escritores capaces de expresarse en tan corto espacio.


¿Cuáles son los temas preferentes en tus relatos?
El miedo a lo cotidiano y la angustia vital. Y el amor. Siempre el amor, o esa amarga vertiente que algunos llaman melancolía. Por otro lado, no creo ser un escritor de terror, y sin embargo escribo terror. Es extraño. Sobre todo, puedo decir que no sería el mismo escritor, ni escribiría ese tipo de terror, si no fuera ingeniero industrial. Eso seguro. La carrera y el sufrimiento intrínseco de estudiar algo tan duro y sin tener una completa vocación han influido de tal manera en mi carácter que no podría ser el mismo escritor sin esa condición. Luego, de alguna u otra manera, intento que mis cuentos sean carnales, sexuales y violentos. Intento que friccionen con el lector, que lo hagan reaccionar o incluso sentir incómodo. Es curioso, pero suelo supeditar el tema a la forma casi siempre. Creo que soy un escritor más de forma que de fondo, lo que no quiere decir que trate de ser superficial. Al menos, creo no serlo: envidio demasiado a quienes son capaces de escribir sin más pretensión que la de divertir a los lectores. Desde luego, en el terreno en el que más cómodo me encuentro y en donde más me reconozco como escritor, es en el realismo mágico. Creo que el realismo mágico es la solución artística más humana de representación surrealista de los miedos y angustias vitales a los que me refería antes. Mi relato “Basilio Figueroa” es el más claro exponente de todo lo que penosamente estoy intentando explicar por aquí.


Dicen que los escritores tenemos dos o tres ideas fijas y lo que hacemos es repetirlas con variaciones. ¿Crees que es así?
Creo y defiendo que es así. Irónicamente, es uno de los argumentos más recurrentes que utilizo ante los que me quieren escuchar cuando hablo del arte de escribir. Y no sólo lo pienso de los escritores: cualquier artista da vueltas alrededor de sus propios temas una y otra vez, y lo más curioso es que estos temas surgen de la necesidad universal de personalizar miedos e inquietudes, por lo que, a pesar de variar en forma o madurar en trama, siempre tendrán ese germen intrínseco al artista, pero al mismo tiempo despertarán sensaciones parecidas en quienes disfruten de su arte. Enlazando esta pregunta con la anterior, me gustaría decir que yo, personalmente, utilizo la temática fantástica como instrumento para fabular la realidad y de esta forma hacer trascender una historia que de otra forma resultaría demasiado prosaica. Por eso, por utilizar el género como herramienta, le otorgo muchísima importancia al estilo. Y esto viene al hilo de que opino que las historias son casi siempre las mismas, con escasa variación y siempre el mismo concepto o la misma serie de conceptos de fondo. Es la forma la que hará llegar esas mismas historias al lector de tal manera que puedan volver a resultar novedosas.


¿Escribes novelas? ¿De tema fantástico también?
No soy novelista. Me considero relatista, si es que ese término existe. Mi naturaleza es de relatista. Y me descubro como escritor impaciente al que le queman sus ideas y necesita plasmarlas de inmediato. Quizá eso tenga que ver con lo de necesitar escribir por encima de querer escribir. Sin embargo, muy posiblemente a consecuencia de este momento dulce que estoy atravesando, me encuentro en plena bonanza creativa, por lo que recientemente me he decidido a darle un buen empujón a la novela que durante tanto tiempo llevo abrazando, algo que podría calificar como el mayor reto que me haya planteado nunca como escritor. Y sí podría decirse que es fantástica, aunque en los términos que he planteado en la cuestión anterior.


¿Cómo te ves en este momento como escritor al sentir que estás siendo reconocido por los demás compañeros, que tus relatos se leen con placer, y que somos muchos los que esperamos el libro que muy pronto sacará la Editorial Saco de Huesos?
Me veo en una nube, flotando más alto de lo que jamás me hubiera atrevido a imaginar, y aunque soy consciente de las limitaciones que tenemos los escritores en este mundillo tan cerrado en sí mismo, no tengo más que palabras de agradecimiento a Saco de Huesos, que como decía en mi blog, son una de las editoriales que más están haciendo por el fantástico en español.


Cuéntame: ¿el cine ha ejercido una influencia importante en tu obra? ¿Si es así a través de cuáles películas o directores?
Me encanta que me hagas esta pregunta. En serio, si no me la hubieras hecho, la habría tenido que meter con calzador en cualquier otra respuesta. Definitivamente, el cine ha influido en mi obra (y en mi forma de entender el mundo) no sé si en un mayor porcentaje que la literatura, pero desde luego sí de una manera más determinante. Stanley Kubrick es mi tótem, un personaje casi de connotaciones divinas para mí, aunque el cineasta que más me ha influido en todos los sentidos en los que se puede influir a una persona es David Lynch. Lynch redefine el surrealismo y lo dota de inteligencia y de una belleza inenarrable. Es la plasmación audiovisual de Franz Kafka. Disfrutando de su cine, a veces siento impotencia por no poder llegar con las palabras a los lugares que él sí llega con las imágenes y la música. También tengo muy presente a Wong Kar-Wai, David Cronenberg y su concepto de la nueva carne, Darren Aronofsky, los hermanos Coen, Michael Haneke, Andrei Tarkovski, Lars Von Trier, Patrice Leconte, Roman Polanski, Peter Greenaway y su barroquismo… y el tristemente fallecido Jean- Claude Lauzon y su obra maestra Léolo. Léolo es mi seudónimo más conocido en certámenes, con el que me di a conocer en OcioZero y en ElMultiverso. También es mi alter ego, mi yo en celuloide. Y junto a esta obra decisiva, debo colocar 2001: Una Odisea del espacio; Barton Fink, que con Léolo conforma el díptico perfecto del escritor cinematográfico; Mulholland Drive e INLAND EMPIRE. Podría seguir hablando de cine durante páginas y páginas, así que mejor lo dejo aquí.


¿Autoras y autores que te pueden haber marcado?
Sin duda alguna, Franz Kafka y Fedor Dostoievski. El primero creo que es la inteligencia hecha emoción y angustia, el surrealismo exquisito. El segundo es sencillamente perfecto. Creo que nadie podrá escribir nunca como Dostoievski, su cima es inalcanzable. El franco-canadiense Rèjean Ducharme es quizá el escritor al que me gustaría llegar a parecerme alguna vez, quizá con el que me sienta más conectado. Con Ballard comparto ese gusto por retorcer el estilo y trasladar los miedos del hombre actual a todo lo que tiene de alienante la sociedad y el consumo. También me atraen Bécquer, Poe, Lovecraft… lo típico para alguien que escribe terror, vaya. Y Stephen King. Crecí con Stephen King, y aunque ahora ya no sea lo mismo, creo que sería capaz de reconocer un libro o relato suyo tan sólo leyendo una frase al azar. Definitivamente, no podría negar su influencia. En cuanto a obras concretas, me quedo con Crimen y Castigo, El Proceso, IT (Eso) y El Valle de los Avasallados. En relato, me vuelven loco El Principito y La Metamorfosis.


¿Qué te parece el tema zombi... y su influencia en este momento dentro del panorama general de la literatura y en especial de la española?
Pues lo primero que se me ocurre responder es que me parece curioso. Respeto profundamente a quienes escriben sobre zombis, de hecho yo mismo lo he intentado con un par de relatos, pero creo que no deja de ser curioso que todo venga dado por los avatares de una moda que atiende más a razones comerciales de demanda de una literatura que remite al terror con sentido inmediato. Y ojo, que no estoy diciendo que sean malas historias: aunque no haya leído ningún libro de este género aún, me consta que hay grandes escritores con historias mucho más profundas y elaboradas de lo que pudiera parecer a simple vista. Me refiero a que da que pensar que este tipo de buenas historias sólo hayan podido ver la luz gracias a la labor de una línea temática dentro de una editorial de prestigio, cuando, si el fantástico patrio estuviera considerado a los niveles a los que se debería considerar, estas historias no necesitarían de este apoyo tan marcadamente comercial por detrás.


Un lugar para vivir...
La Coruña, aunque nunca he vivido allí. Suelo ir cada vez que puedo, como mínimo una vez al año. Es mi ciudad y allí está mi equipo de fútbol, mi otra gran pasión.


Y para escribir...
Mi habitación. Donde estoy solo. Donde soy yo. Como decía la Bèrenice de Ducharme: “mi soledad es mi palacio. Ahí tengo mi silla y mi cama, mi viento y mi sol. Cuando estoy fuera de mi soledad, estoy en el exilio, estoy en un país de engaño”.


¿Qué se lleva en el alma a estas alturas de la vida?
Ilusión por una nueva vida que se abre ante mí a nivel literario y profesional. Ilusión por formar una familia. Y al mismo tiempo, miedo por las responsabilidades que conlleva todo ello.
Si a lo que te refieres es a lo que llevo pegado a los huesos, te contestaré de manera práctica, como buen ingeniero: sin algo que no se retorciera por dentro, incluso en momentos en los que no debiera retorcerse, sin esa tensión interna, estoy convencido de que nadie sería capaz de crear. Y yo me considero creador.



Una persona a la que amar...
Almudena. Mi compañera y mi cómplice. No concibo mi vida sin ella. Tampoco tendría sentido hacerlo.

Un personaje o varios de una obra literaria que se hayan convertido en buenos amigos... Y ¿por qué?
Bèrenice Einberg (L'avalée des avalés), como ya he mencionado antes. Porque es la rabia hecha papel, es todo lo que queda en una niña cuando le quitas lo que la familia le ha puesto encima para que no pase frío. Hay un tipo de literatura para cada momento, y si sólo leyera lo que dice Bèrenice me volvería loco y me acabaría devorando con mis propios dientes. Sin embargo, nunca descubrí otro personaje más condenadamente sincero y parido de la víscera que este. Me enciende por dentro, sinceramente. Es el Léolo literario con el que tanto me identifico.
Y después te diría otros dos, por lo que representan, más que por lo que son: K (El Proceso), por hacer el absurdo carne y darle fisicidad a los miedos más terribles, que son los que nos inculca la sociedad deshumanizada; y Raskolnikov, por su ingenua superioridad moral y su épico enfrentamiento consigo mismo.



Tu música preferida...
Principalmente música clásica o melódica: Vivaldi, Beethoven, Handel, Bach, Badalamenti, Yann Tiersen, Clint Mansell, Umebayashi… seguro que me dejo a alguien.
Pero no todo acaba aquí. Mi grupo favorito es, sin duda, Guns & Roses, y a nivel nacional Héroes del Silencio, Danza Invisible y Duncan Dhu. Sí, lo sé, me quedé en los 90…



Un consejo para los jóvenes escritores...
Aunque parezca absurdo: escribid. Escribid cada relato como si fuera el último que fuerais a escribir, ponedle toda vuestra alma a cada pedazo que salga de vosotros, aunque más adelante lo aborrezcáis. Haced caso de los que tienen más recorrido que vosotros, pero nunca os dejéis influenciar hasta el punto de no ser vosotros mismos. Se necesitan guías, pero no intrusión. La confianza, la perseverancia y la humildad harán el resto.


Un pedido. Sí, claro. Porque esta entrevista tenía trampa. ¿Me permites publicar tu relato "Un barco del Norte" ganador del IV Certamen de microrrelato Teseo organizado por El Multiverso. Tú mismo cuentas en tu blog, al que remito a los lectores, que el tema se basaba en una pregunta sobre las walkirias... ¡Y parecía tan difícil! Un tema casi desconocido... Y mira qué vuelta le has dado, mientras viajabas en el metro e ibas pensando en la historia que podrías escribir...
¡Vaya! Sí que te has informado bien… ya ni me acordaba de esa anécdota: acababa de salir de clase, viajaba en metro y me dije que tenía que atreverme por fin a escribir un relato corto. Lo primero que hice fue empaparme de las leyendas de las valkirias, y finalmente recurrí a eso con lo que intento diferenciar todos mis relatos: utilizar la fantasía para mostrar la realidad en toda su crudeza. Narrar algo prosaico y desagradable con la magia que me otorga el fantástico. Quedé muy satisfecho con el resultado.


Gracias Ignacio, ha sido un gusto contar con tu presencia en Sobre Literatura Fantástica, te emplazo para una nueva entrevista en cuanto salga el libro. Será para mí un placer comentarlo cuento a cuento en este blog.
El placer ha sido y será el mío. Me reitero dándote las gracias: sinceramente es muy bonito saber que uno puede contar con un sitio donde es bien recibido y puede hablar de literatura y de arte de esta manera, compartiendo la misma pasión. Un abrazo.

Y ahora, para aquellos que quieran seguir disfrutando de tus escritos, nos quedamos leyendo Un barco del norte.



Sangre de Odín corre por sus venas. Sangre blanca calentada al fuego de guerras pretéritas. Ella y las demás, todas ellas valkirias en tiempos difíciles, parecen abocadas a un fatal desenlace.
No hace mucho tiempo, tan sólo unos meses atrás, sus deseos habían cristalizado en falso, dando forma a vagas promesas como la conquista de otras tierras, lejos de su patria, donde la vida les habría de resultar más fácil o más vida. Pero aquel tipo las fue engañando una a una, en guerra sucia y desigual, paradigmática de la vileza del hombre cruel y cobarde. Embarcaron en busca de su porvenir y se encontraron con la esclavitud. Todas aquellas desheredadas del norte de Europa, sin sueños más allá de sus deseos, acabaron sellando su destino para siempre. Un destino crudo como la carne en venta, despeñadero de chicas valientes, empeñadas en guerrear.
—Esta noche tendremos nuestra última oportunidad —dice Anna, la más bella, la más joven, la más convencida de todas.
—Pero… nunca lo conseguiremos. Están armados… nos matarán a todas…
Una valkiria no teme a la muerte. Una valkiria hace del abismo su propia elección.
—Son hombres armados, es cierto. Hombres malos. Pero nosotras somos guerreras. Descendientes de la bella Asgard. Con sus huesos levantaremos nuestro castillo. Con sus ojos buscaremos nuestra libertad.
Una valkiria nunca agacha la cabeza ante la brutalidad viril. Una valkiria nunca se rinde ante el músculo sin seso.
—Sólo dispondremos de unos segundos, justo cuando abran el contenedor para servirnos la cena. Esa será nuestra única oportunidad.
El océano les servía de cuna, meciendo el barco donde naufragaba su miedo. Encerradas en una lata, en un contenedor industrial, presas de la trata de blancas, consumían sus últimas horas con dignidad. Sus rostros eran negativos recortados contra las paredes de metal, que filtraban sus ganas de venganza a través de unos ojos acostumbrados a la penumbra. Material de prostitución de primera clase. Se miraban sin verse, con los rostros sucios y desnutridos, temiendo y deseando que llegara el momento definitivo.
Al caer la noche, cuando el hombre gordo de acento ruso abrió el candado y destapó la cajita de las muñecas, Anna se abalanzó sobre él. Arrebatándole la pistola, apretó el gatillo y transformó su cara en una flor roja. Las demás saltaron por encima de ellos, salieron a la noche vistiendo harapos, telas sucias y rasgadas. Con los pechos descubiertos, los ombligos impacientes y el orgullo entre los dientes, las mujeres eludieron su destino y se enfrentaron a una muerte segura. Los captores cayeron al agua, aullaron, despertaron, reaccionaron, dispararon… y finalmente vencieron.
Pero nunca más volvieron a someterlas. Nunca llegaron a puerto con la mercancía.
En aquel barco del Norte sólo había dos opciones.
Y las jóvenes valkirias eligieron morir.

3 comentarios:

  1. Una gran entrevista para un gran tío, aunque apenas le conozca. No frecuento tanto como antes la página (Ociozero) ni el mundo de los certámenes (aunque en alguno que otro sigo probando suerte), pero sin duda se ve a leguas que es un escritor con buena diestra. Espero leer pronto tu libro también, Léolo. Ya sabes que compartimos amor por esa Película (sí, con mayúsculas).

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  2. Vaya, muchas gracias Darthz, muy amable.
    Nos vemos en Los Zombis No Saben Leer... ;)

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  3. Qué pedazo de entrevista. Dan ganas de sumergirse en los libros de Cid Hermoso y hasta de estrecharle la mano. Muchas gracias a entrevistadora y entrevistado, y muy buena suerte a ambos con vuestros proyectos.

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