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martes, 31 de agosto de 2010
LA VERSIÓN DEL MINOTAURO
DE FRANCIS P. FERNÁNDEZ
Reseña: Pilar Alberdi
Sinópsis del libro:
Una guerra innecesaria. Un ex presidente del gobierno acosado por la justicia internacional y las sombras del pasado. Una viceministra ávida de poder. Una conspiración urdida en las cloacas del Estado para eliminar a varios oficiales incómodos para el poder. Un mercenario psicópata con el alma castiza y muchas lagunas mentales. Un militar íntegro que intenta detener la matanza, aun a riesgo de desatar una tormenta política de consecuencias inimaginables…
Todos estos personajes, y algunos más, se adentran en el laberinto de los servicios secretos españoles. Un laberinto desquiciado cuyo hilo de Ariadna lleva muchos años cercenado, y en el que ni siquiera el Minotauro comprende las reglas. Ésta es su versión, tan delirante, divertida y escalofriante como los acontecimientos que relata.
Ciertamente no tengo palabras con las que poder mejorar la sinópsis con la que se presenta el libro. Hace todavía poco tiempo publicábamos en este blog una entrevista al autor de La versión del Minotauro, Francis P. Fernández , doctor en Filosofía, experto en criminología y profesor en la Universidad Camilo José Cela de Madrid. La editorial en que aparece el libro es NGCficción! La portada, sumamente sugerente, es del excelente ilustrador Felideus.
Con esta obra, la editora Pily B demuestra, una vez más, y ya es la segunda publicación de NGCficción! (www.ngcficcion.es), la anterior fue de Ciencia Ficción, la obra Fragmentos de Burbuja de Juan Antonio Madrigal, lo acertado de sus decisiones así como las de sus más cercanos asesores, entre ellos, David Panadero, para los libros de la colección de Novela Negra. Porque, y esto hay que hacerlo notar, desde NGCficción!, además, se apuesta por autores españoles, pero no sólo para la colección de Novela Negra, sino para las de Ciencia Ficción y Terror, de la que a mediados de septiembre aparecerá el primer volumen. Un libro de Fernando Cámara.
Recordando aquella entrevista que hice a Francis P. Fernández y que ustedes podrán encontrar en las entradas antiguas de este blog, me he permitido entresacar algunas frases que ya nos indicaban entonces, antes de leer la novela, los caminos por los que se adentraba la obra y cuál era el pensamiento del autor sobre diferentes cuestiones relevantes para la historia como son: el crimen de diseño, el individual o por impulsos, la teoría de la mente criminal hoy devaluada, y la calidad como persona de un asesino, que sin embargo, puede ser nuestro vecino, y el padre del mejor amigo de nuestro hijo.
Escuchemos lo que nos decía entonces:
Todo crimen de Estado es un crimen de diseño, psicopático si quieres. En la mayor parte de los asesinatos del montón, de crónica de sucesos, no hay premeditación ni planificación alguna. Son resultado de impulsos incontrolados.
La “mente criminal” es un mito científico. No existe. Todo el mundo está igualmente capacitado para cometer crímenes… Sólo tienen que darse las circunstancias adecuadas para ello
El mundo está hecho para ir tirando, para guardar las apariencias. ¿Acaso crees que 1000 millones de personas en el mundo podríamos vivir como vivimos si los otros 5000 no estuvieran en la miseria?
(Sobre los asesinos) Esto es lo más terrible; que son personas normales. Como tú y como yo. Hacen un trabajo, se ganan la vida con sus ocupaciones.
Sin más preámbulos, pues, pasaré a comentarles la novela La Versión del Minotauro, la cual se divide en dos zonas que podríamos reconocer como “dentro” y “fuera” del laberinto del Minotauro propio de la leyenda. La primera zona la denomina «Hacia la oscuridad...» Y la divide narrativamente en tres partes «En el laberinto», «Teseo» y «El minotauro». La última zona, «Hacia la luz» cierra el libro. Si recordamos el mito, Teseo recibe la ayuda de Ariadna, quien le da un hilo, para que deslizándose con él hacia el interior del laberinto, pueda vencer al Minotauro, con lo que se terminaría la entrega de víctimas, y después guiándose por el hilo salir. Si lo consigue, será la primera vez que eso suceda y el fin del poder del monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro que tiene amedentrado al rey, el padre de Teseo, y a toda la población que debe entregar al Minotauro, un número de víctimas cada cierto tiempo. Y esta simbología muy bien podría estar relacionada con España en muchos aspectos.
En la novela, el hilo, digamos que el hilo de la historia pero también “el hilo que representa lo que ocurrió en el mito”, aparece reflejado en un catamarán de nombre Ariadna, que se está acercando, vacío y solitario, y sin nadie que lo gobierne al puerto de Cadaqués. Ante los hechos, se han dispuesto los operativos de seguridad en el lugar, y están a la espera de la llegada del barco, el jefe de policía Luis Maluenda, y el equipo de la Cruz Roja del Mar. Pero hay alguien más allí, está el protagonista, Florencio Hermida, él sí cree saber lo que ha pasado en ese barco, y está dispuesto a contárselo a la policía, sin embargo, ésta ya ha recibido una llamada de las autoridades con ordenes de que se le detenga.
Este acertado inicio enlazará con el final, cuando después de todas las peripecias habidas tendremos oportunidad de leer la carta que escribió Florencia Hermida a su amigo Pierre, donde le dice que los médicos dudan de su estado de salud, con aquel antecedente como soldado en Bosnia, por los brotes psicóticos relacionados con aquel shock postraumático, las crisis disociativas de identidad, y por las cosas que relata y que nadie quiere creerle, y porque, además, a veces, duda hasta de ser quien es. También indica en esa carta que no sabe cuándo le dejarán salir y que sigue medicado.
Sin duda, lo que acabo de comentarles es ya una invitación a la lectura de La versión del Minotauro. Me gustaría añadir que el personaje principal, en tanto que es quien nos va desvelando lo que ha ocurrido y lo que puede llegar a ocurrir, mantiene una forma de ser de macarrilla rompe esquinas, y sirve al escritor a los fines de dar un tono castizo, típico de barrio madrileño, que consigue a la perfección sin salirse de los cánones del género negro, es decir, de un formato que podemos reconocer desde la primera página, y al que no falta un cierto tufillo machista y homófobo, y que sirve para mostrar junto con los asesinatos habidos, aquello que subyace en cualquier medio social, y que es, que por debajo de lo «políticamente correcto», en cualquiera o en todos los sentidos que quiera interpretarse, hay un submundo de creencias e intenciones diferentes, así como de prejuicios que se pretenden superados.
Si bien, yo encontraría un referente en Chandler, percibo que en donde de verdad se apoya el reflejo de esta obra es en autores como Larra, Galdos, Valle Inclán, Unamuno... Todos ellos, no sólo hacían literatura, sino que pensaban y querían que los demás pensaran...
Por tanto, y dicho lo anterior, si «escribir una novela es pasar un espejo por la sociedad», La versión del Minotauro de Francis P. Fernández cumple sobradamente su cometido. Singularizándose el autor por su capacidad de retratar el medio en que se inscriben los hechos. Ahí está la burocracia en un sistema que logra exasperarnos. Los centros de poder, los intereses para conservar cargos o prebendas, los billetes de 500 euros circulando de mano en mano... Pero quizá, lo que la obra intenta hacernos ver es, que además de lo que puedan ser intereses de estado o de departamentos de estado o de grupos de poder, hay otros intereses más vulgares, los de las personas.
Francis P. Fernández no ha pretendido hacer una novela a la americana, y de esa suerte, vemos que para quienes hemos leído con placer a los autores españoles que antes cité, encontramos en está obra una especie de continuación. Recordemos a Valle Inclán, quien a través del personaje del escritor Max Estrella, protagonista de su obra de teatro Luces de Bohemia, nos reveló la existencia de un “saco o fondo de los reptiles”, un suculento saco donde entran manos que desconocemos y de cuyos dineros y de su utilización no se da cuenta a los ciudadanos; Larra, por su parte, nos habló de las servidumbres de la burocracia, del “vuelva usted mañana” y de todos los males que pueden atenazar la vida de las personas; Galdós nos mostró la realidad de los barrios y los estratos sociales en su obra de teatro Misericordia, y también lo hizo en los Episodios Nacionales. Unamuno fue capaz de decir siempre lo que pensaba, de enfrentarse como rector de la Universidad de Salamanca a los hombres del régimen, y de partir al exilio.
Pero como una obra no está hecha sólo de lo que dice sino de cómo lo dice, me permito comentar que el estilo cargado de adjetivos ayuda a crear el ambiente por el que se mueven los personajes, y las frases conjuntivas, y muchas veces breves, hacen avanzar la lectura rápidamente, al punto de que cuando ya estamos en lo mejor de la cuestión, es decir cuando comenzamos a saber más y a comprender los hechos, y decimos en nuestro interior, “no puede ser cierto”, sentimos temor de estar enterándonos de algo que no deberíamos saber, y ésto, esa capacidad de crear esa emoción de temor en una obra literaria, sólo lo puede conseguir un buen escritor.
Resumiendo, he aquí la magia de la ficción que se hace realidad y de la realidad que se hace ficción. Por mi parte sólo me resta felicitar a Francis, por la convicción de hacer una obra única, la suya, no igual a otras; de situarla en el medio en que vivimos, y de tocar realidades que en el fondo desconocemos pero que nos afectan a todos.
Cierro esta reseña con la convicción de que en este libro hay una muy buena película. Espero que algún cineasta español se de cuenta. No dudo en pensar que el personaje Florencio Hermida, y muchos más, como Cepillo, por ejemplo, calarían hondo en el público.
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Excelente reseña, y excelente entrevista y pedazo de portada. Muy interesante la opinión sobre el crimen de estado. Quizás de los pocos premeditados.
ResponderEliminarGracias por la recomendación, a ver si la puedo hacer efectiva.
Un saludo.
Gracias Igor por tu comentario. Decía Montesquiu que "Si los triángulos tuviesen dioses los idearían de tres lados". Esta frase, inevitablemente, siempre me produce una media sonrisa. ¡Cuánta ironía y cuánta verdad! Pero es cierto. A ver... ¿Qué dioses creamos? ¿La democracia, por ejemplo? ¡Cuidémosla! Porque ella, también está hecha de nuestros defectos...
ResponderEliminarDigno de estudiar, la realidad es tan matizada, aún así todos los tonos se dispersan formando un mismo cuadro, uno que nunca es el mismo, sin embargo transmite el mismo mensaje.
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