miércoles, 22 de septiembre de 2010

ENTREVISTA A FERNANDO CÁMARA



NECRÓPARIS, la novela.


Por Pilar Alberdi

Fernando Cámara, guionista, director de cine, ilustrador, pintor... Miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas desde 1997. Profesor de guión y realización en el CEV (Escuela superior de Comunicación, Imagen y Sonido). Entre su filmografía destacan películas como Memorias del ángel caído (1997) en codirección con David Alonso y que fue nominada a los premios Goya a la mejor dirección novel. Director de Trastorno (2006), película del productor Pau Calpe con guión de Patxi Amezcúa. Guionista de Carne Cruda del director Tirso Calero.

Su presencia en televisión no se hizo esperar y, además de colaborar como guionista en varias series de éxito, fue codirector con Pedro Costa de El asesino dentro del círculo, con quien también codirigió las obras: El crimen de los marqueses de Urquijo (premio especial Festival de cine de Moscú ) y El caso Wanninkhof (nominada a mejor actriz en los Goya, y TV movie del año) que formaron parte de la interesante oferta televisiva de RTVE «La huella del crimen». Películas que generaron, además, un alto índice de espectadores, quizá porque como dice la emblemática serie: «La historia de un país es la historia de aquellos crímenes que dejaron huella».

Dicho lo presente, como antecedente creativo y profesional de Fernando Cámara, el motivo de esta entrevista es la próxima publicación de su novela Necróparis en la editorial NGCficción!Una novela que promete un juego de luces y sombras en un mundo que se debate entre la salvación y la destrucción. Y les ruego no piensen que he leído la novela, la reseñaré con mucho gusto en cuanto salga publicada, pero intuyo, por la sinopsis que ha tenido la amabilidad de pasarnos la editorial, que esta obra profundiza en proyectos anteriores de Fernando Cámara.
Comenzamos pues:


Fernando Cámara, ¿un hombre hecho a sí mismo? (Me refiero en sentido artístico).

Pues sí. Yo he sido mi propia escuela, a través de libros, películas, gentes… La intuición y lo emocional por encima de la razón y académico. ¡Y eso que soy profesor!

Podrías hablarnos de ese difícil camino (aunque los creadores jóvenes piensan que sólo está en sus vidas) entre crear una obra y conseguir ponerla en marcha, es decir, hacerla visible.

Es muy sencillo, verás. De cada ocho guiones que escribo, sólo uno ser convierte en película. A veces la proporción es todavía menor. Y lo más importante es que todos ellos están escritos con la misma devoción y entusiasmo. Todos son obras maestras germinales. O posiblemente estiércol. Pero lo peor de todo es que casi seguro que terminen siendo nada, porque si no se transforman en película, los guiones no son nada.
Con los cuadros no tuve problemas. Pinté solamente aquello que quería, lo que me apetecía ver. A cambio, claro, nunca me expuse a la venta. Puros ejercicios de autosatisfacción que abandoné cuando la vida me exigía una economía.
Y la novela, y digo en singular, porque solo he escrito ésta, nació porque llegó su momento. Y porque económicamente me mantengo con otras cosas.
Yo creo que quien continúa en estos mundos “artísticos” a largo plazo es porque no puede evitarlo. Te imbuyes en el proceso creativo hasta tal punto que ignoras la lógica que te dice que yerras invirtiendo todas esas horas, días y años…


Decía Boadella, el director del grupo de teatro Els Joglars que «una de las funciones esenciales de las artes es la de restituir la verdad oculta» Afirmaba, además, como el más digno de los autores teatrales clásicos griegos que «se podría afirmar incluso, que la vida es más vida si se ve representada, así como la muerte es más muerte sobre el escenario». El arte, en cualquiera de sus vertientes es un espejo. Y si es así, ¿qué veremos en Necróparis? ¿De qué modo nos veremos retratados?

Me cuesta mucho analizar lo que hago en esos términos porque cuando fabulo no me planteo más que vivir en un espacio, con unas gentes, y dotar a los sucesos de una dramaturgia creciente, pero sin que la lógica lo devore todo. Yo no sé si el arte es un espejo, pero Necróparis tiene mucho de mí, de mis miedos, mis filias, mis neuras… En ese sentido, yo creo que mucha gente se va a sentir retratada porque de alguna forma muestra una crisis de la mediana edad, el malestar del mundo en que vivimos, todo ello aderezado con una brutal capa de terror que abarca desde miedos infantiles a temores sociales, económicos y, en definitiva, todo lo humano.

Teniendo en cuenta que alguna vez has dicho que «la localización es tan importante» que sueles alterar el guión de una película una vez que tienes el ambiente. ¿De qué modo ese ambiente real e imaginado para Necróparis te ha influenciado, acaso hasta el punto, una vez más de modificar ideas previas, en este caso para tu novela?

Primero fue el viaje real. La novela nació a posteriori, tras un reposo de unos cuantos días y aprovechando el retraso del rodaje de una película. En ese sentido, la ciudad que retrato es París, la misma que puedes visitar ahora, pero pasada por el filtro del misterio y del horror. Y bueno, añadamos algo de amor, aunque en menor medida, y ya cercano al cariño cuarentón. Yo solo espero que los lectores acaben descubriendo la realidad de París, que es mucho más cercana a la que yo expongo, y que la próxima vez que la visiten se dejen llevar por lo que les he contado. Verán que todo está allí. ¿O no?

¿Cuánto de solo está un escritor ante su obra?

Agraciadamente solo en su gestación. Dolorosamente solo en su desarrollo. Y extrañamente acompañado en su alumbramiento. Aunque a veces encuentras felices aliados. Con David G. Panadero y Pily B., mi editora, he encontrado almas gemelas para con esta novela. Son milagros que ocurren de vez en cuando y que hay que valorar.

¿Qué te da a nivel personal y profesional el poder ser formador de futuros guionistas, directores, realizadores?

A nivel personal me da aire porque me obliga a salir bastantes veces a la semana a juntarme con gentes variopintas. Y eso a los escribanos nos viene bien, aunque detenga nuestro fogoso proceso. Lógicamente, también me da una economía. Y a nivel profesional, me sirve de reciclaje constante porque no dejas de aplicarte muchas de las cosas que predicas. Aprendes de sus errores, de leer cientos de ficciones aburridas y de posibles parches para mejorarlas.

En sentido contrario, cuáles fueron tus maestros. ¿Sientes que los elegiste tú o que te eligieron ellos? Lo digo por la famosa cita «cuando el alumno está preparado, el maestro siempre llega». ¿Sigues siendo un alumno?

Yo creo que mis verdaderos maestros han sido mis hermanos y algunos amigos. Ángel Ortega (www.triptico.com) , un verdadero hombre del Renacimiento, ha sido una de las personas de mayor influencia. Me despertó en muchos aspectos. En general me he nutrido de gente que jamás ha ejercido doctrina alguna. Simplemente estaban ahí, en mi camino, y refulgían. ¿Cómo no imitarlos y aprender un mínimo de sus destrezas?

Decías en una entrevista que he podido leer en internet que es «muy difícil ser fiel al género» cuando uno ya está inmerso en el desarrollo de una obra de terror, por ejemplo. ¿Qué otras dificultades señalarías?

Yo me refería a la dificultad europea para tratar los géneros con la pureza con que los tratan los norteamericanos. Aunque nuestra falta de destreza para analizar y copiar patrones se suple con eventuales soplos de aire fresco. Otra cosa es si los lectores o los espectadores están más cómodos en sus rutinas narrativas o son capaces de aceptar cambios. En ese sutil equilibro está el éxito.
La verdadera dificultad con los géneros está en la propia exigencia emocional que nos piden: pasar miedo con el terror, sentir amor con lo romántico, ganas de venganza con el western… Vivificar esas emociones es sin duda lo más complejo.


Sé que compartimos admiración por Hitchcock, y por el resultado conseguido por la larga serie de entrevistas que le hizo el actor y también director Francois Truffaut. ¿Qué aprendiste de los que saben más y han vivido una rica experiencia profesional?

Pues casi todo. «El cine según Hitchcock» es un libro de cabecera. Y muchos otros, como «Así se hacen las películas», de Sidney Lumet, «Imágenes», de Bergman, «Mi último suspiro», de Buñuel… Aunque esos aprendizajes no siempre resultan aplicables. Me refiero a que disfruto del valor de lo que dicen y me sirve para disfrutar aún más de sus obras, pero no estoy seguro de que me sirvan para mis relatos. Yo nunca metería una gallina buñueliana en una película que reconstruye un crimen real. ¿O sí? Qué gran idea, querida Pilar: ¡Gallinas inopinadas!

¿Escritoras/es preferidos...?

Patricia Highsmith en el pódium. Simenon muy arriba. Carver, Quim Monzó, Stephen King, Cheever… tantos y tantos…

¿Escribes para... por...?

Porque no puedo evitarlo. Me encantaría ser un sencillo ciudadano honorable, pero fracaso al cabo de una semana y comienzo a conspirar lanzando siniestras tramas contra la humanidad.

¿Quién es la segunda lectora o lector de tus obras? ¿Valoras poder contar con las opiniones de los demás?

Mi mujer. Y mis padres, hermanos, amigos... Y aunque valoro sus opiniones soy yo el que tamizo el relato. Aunque a veces queden posos de ellos.

¿Qué nos dirías como autor de tu obra Necróparis a los futuros lectores?

Que ojalá al leerla sufran la febril fascinación que yo sentí al escribirla y, sobre todo, al pseudovivirla en París. La escribí sólo con la intención de conservar el misterioso ambiente de aquellos tres días, capturar el alma del recuerdo y barnizarlo con mucha tensión, pero si mi buena Pily B. se ha decidido a publicarla, por algo será.

Gracias Fernando por tu amabilidad y por hacerte un hueco en tu agenda para contestar estas preguntas. Estoy segura de que serán muchos los lectores de Necróparis. Y para aquellos que alguna vez hemos visitado la ciudad de París, será, seguramente, un golpe total, encontrarnos con ese mundo que describes.

Sí. Ya no nos quedará ni París.

2 comentarios:

  1. Una bella persona se refleja en esta entrevista, la sencilles con que describe cada opinión suya me recuerda mucho a los momentos invertidos desde pequeña tras el teclado. Una inspiración y sin duda un ejemplo a seguir.


    ¿Escribes para... por...?

    Porque no puedo evitarlo. Me encantaría ser un sencillo ciudadano honorable, pero fracaso al cabo de una semana y comienzo a conspirar lanzando siniestras tramas contra la humanidad.


    jajaja Fernando Cámara sencillamente adorable.

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  2. Tienes razón janniceg. Quizá no sabemos vivir sin escribir. Fernando tiene talento de sobra, y excelentes películas a su espalda. Todo un ejemplo.

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