sábado, 10 de julio de 2010

RESEÑA DE LA GUERRA POR EL NORTE



RESEÑA DE LA GUERRA POR EL NORTE
DE GILLEM LÓPEZ


Grupo Editorial AJEC, 2010.
Colección Excalibur Fantástica

Texto: Pilar Alberdi

«Llegará, tened por cierto que llegará, el peor de los enemigos. Y en el fin de los tiempos, tras la máscara, encontraréis que su rostro es el vuestro. Los Pergaminos Tirileos. Rollo 7, versículo 21» Con estas palabras da inicio una historia de más de 500 páginas, de la que esperamos ya la continuación sabiendo que complacerá a los lectores del género épico fantástico. Desde la portada, en la que resalta por su belleza formal y dramática la ilustración realizada por Calderon Estudios, la historia nos invita a adentrarnos en un universo imaginario, no por ello menos real.

Guillem López es un escritor muy joven, recién ha pasado los 30 años, con una gran carga de lecturas en su haber, tanto por formación en su época de estudiante universitario como por ser un lector empedernido, y la prueba es el resultado fecundo en que ha desenvuelto la trama de su obra con desenlaces, siempre imprevisibles, sin importarle ir dejando personajes por el camino al más puro estilo J RR Martín. Y ésto, no es algo que cualquier autor pueda permitirse. Guillem López sabe hacerlo, y allí donde deja caer un personaje, levanta otro.

Ya que hablo de personajes: me parece adecuado traer aquí un tema con el que siempre se pretende prejuzgar la obra de los jóvenes escritores. Se les acusa de querer ponerlo todo, ¡oh!, ¿de verdad?, ¡yo añoro esa etapa!, y en especial de lanzar a las páginas demasiados personajes. ¿Demasiados personajes? ¿Cuántos serían demasiados personajes? Y más cuando se trata de historias tan largas que ocupan varios volúmenes. A mí no me preocupa que haya muchos personajes, de ningún modo, sino que los sepan mover por el espacio y el tiempo, ya que de ellos depende que la obra se muestre viva. Voy a poner un ejemplo sencillo: ¿saben ustedes de cuántos personajes está hecha Alicia en el País de las Maravillas? Es verdad que puestos a recordar, se nos aparece Alicia, el gato de Yorkshire, el conejo, la reina, las cartas-soldados que juegan al cricket... Y, probablemente en un primer instante, olvidamos los demás. Pero ¿es que había más? Sí, muchos más y todos al servicio de Alicia, la protagonista. En total son más de treinta. Pero aún voy a decir que da igual que sean 10, cien o más. El tema, y ésto visto desde una perspectiva psicológica es que siempre tendrán una relación no de a dos, sino de a dos con relación a un tercero o a más. Y aquí si estamos en la esencia del desarrollo de los personajes. Si la princesa que está a punto de escapar se encuentra con su madre la reina, es probable que ambas estén teniendo esa conversación pensando en un tercero: el rey, o en un tercero llamado el enamorado, o un tercero: el reino, o... Los ejemplos serían muchos. Porque estos terceros podrán ir variando según los temas que entablen. Pero además, ellas, aportarán cada una su diálogo desde la perspectiva de quién creen que son, quien creen los demás que son ellas, y quienes son realmente. Y esto mismo se podría aplicar al tercero en cuestión, con respecto a los pensamientos de ellas. Y así, sigue y suma. Entonces... ¿De cuántos personajes hablamos?¿Tenemos en cuenta todo esto cuando escribimos?

Los personajes de la Guerra por el Norte, no actúan de una forma coral, ya que hay una gran división entre las fuerzas en conflicto, tampoco lo hacen de un modo exclusivamente individual, salvo en los casos de algunos personajes que viven más aislados de los grupos importantes encabezados por reyes, señores de la nobleza, caballeros clérigos, mercenarios, así como la soldadesca y los pueblos sometidos en diferentes regiones.


De este modo y en tercera persona, un narrador omnisciente, cuenta cómo se va perfilando esa Guerra por el Norte. Muestra con especial crudeza el deseo de poder de señores y clérigos guerreros que pelean por conseguir sus fines. Acaso, porque ante ellos siempre anteponen la mirada de un Dios, a cuyos intereses todos creen servir y a quien exigen éxito, al mismo tiempo que le rinden cuentas de conciencia según su conocimiento o conveniencia. Decía Unamuno que «Dios viene a ser nuestro yo proyectado al infinito». Y algo de eso hay en estas guerras de tipo épico: el o los héroes aspiran a ocupar un lugar en el recuerdo de sus pueblos. Los reyes de Aukana y Misinia, sus respectivas cortes, el duque de Bremmaner, los clérigos guerreros de la Orden de Vanaiar (Anair Banaan, Earric de Bruswic, Whetlay del Río...), y un largo etcétera, miden sus fuerzas en una activa estrategia política al mismo tiempo que se disponen a entrar en el campo de batalla para atacar a sus enemigos. Rodarán cabezas, se mutilarán cuerpos, se quemarán aldeas... En medio de tal vorágine despiadada estallan los golpes de las espadas, las hachas, las mazas y los dardos de las ballestas; surgen las primeras alianzas y traicciones, dando lugar al mantenimiento de la lucha, que se intuye larga. Además de estos personajes hay otros, verdaderamente relevantes pero evitaré dar aquí más detalles para no desvelar la trama. También hay otros lugares.

Sin duda, Gillem López ha hecho una labor de investigación y recreación que se muestra en la fácil descripción de las fortalezas. Ha diseñado con esmero los detalles de los escudos de armas y blasones. Incluso cuando en el capítulo III habla de Dávingrenn, la capital de Misinia como la ciudad de las mil cúpulas donde los señores las hacían levantar para demostrar su poder, nos recuerda o, por lo menos, a mí me ha recordado esa zona de la Toscana italiana en donde los señores de la nobleza renacentista levantaban torres con el mismo propósito. Aunque supongo que este tema del poder del hombre representado por pirámides, obeliscos y torres, incluida la mítica Torre de Babel pertenece al deseo del hombre de sentirse superior y con poder. En fin, que nada es en vano, y cuando en la obra hay una batalla, cada hombre está en su puesto, y el autor sabe perfectamente que formación entrará primero, quién defenderá los flancos, sostendrá la retaguardia y dará la orden de avance en la vanguardia. Y lo hace de un modo realista. Por un lado están los personajes masculinos, con su dureza y su impiedad. Aunque hay algunos que muestran otras características. Por el lado de los femeninos, nos sorprenderá la voluntad y la fuerza de algunas de estas mujeres como Kali, Trisha, Ela Adjini, Mina, o la princesa Vanya. Caracteres muy bien trabajados. En cuanto a las reinas, la consorte del rey Levvo, está en su punto justo, como consorte del rey que intenta manejar el reino con mano izquierda; muy bien lograda, por cierto, mientras que mujeres con posiciones más sencillas en la vida social nos gustarán sin duda tanto o más que las otras. Quisiera mencionar también el conocimiento que demuestra el autor sobre la vejez, ya que las descripciones que ocupan este tema, tanto en el aspecto físico como psicológico y social, están muy bien logradas.




Rige ya desde hace unos cuantos años, lamentablemente pienso, la idea de que una buena novela se puede identificar por un primer capítulo que destaque. Creo que esta idea sólo produce excelentes primeros capítulos, incluso en estilos que nada tienen que ver con el que impera en el resto de esas novelas. Lo que ya supone un primer engaño. ¿Mercadotecnía? Pues sí. Pero ni un primer capítulo al comienzo del libro ni una sinópsis de contraportada excelente pueden hacer de una mala novela una buena novela. Por suerte, en La guerra por el Norte, no ocurre ni una cosa ni la otra. La novela es homogénea. Mantiene su calidad de principio a fin. Y si uno quiere saber lo que pasará no puede dejar de seguir leyendo.
Tal es el resultado que, mientras la leía, fui señalando numerosos párrafos que me gustaron. Destaca Guillem López en la descripción de los paisajes, los cuales, indudablemente, sirven para crear la atmósfera que da el conjunto y nos permite imaginar el mundo en que se debaten los personajes.
Ahora bien, cuando días después me detuve a analizar lo que había en esos párrafos que me habían llamado la atención, descubrí que proliferaban los ejemplos de asindetón, metáforas, símiles o comparaciones, anáforas, y por supuesto un vocabulario culto y vulgar, que se aplica según las necesidades narrativas de la historia a los personajes y su entorno. Veamos algunos ejemplos: «el anciano cliente, la intuición de muerte, Marena en trance, su propia respiración, la energía naciente desde el suelo (...)»En este ejemplo, acabamos de ver una asíndeton. Veamos un simil: «Observó el paisaje cambiante, llevado por la misma tronada, como si el avance de las nubes fuese el de un arado que a su paso deja a la vista cosas que no se ven durante el día» Una comparación muy acertada: «—Está despierto —anunció alguien muy cerca de él y su voz resultó como un anzuelo que tiró de su consciencia hasta una superficie oscura y húmeda».
Si alguien cree que estas son figuras literarias premeditadas se equivoca. Lo que hay aquí, es la mente de un escritor que ha leído mucho.
Destacan las anáforas y paralelismos, pondré dos ejemplos que ayudan a mostrar la tensión narrativa al mismo tiempo que describen en qué estado emotivo se encuentran los personajes cuando emiten su discurso, aportando dramatismo al diálogo:«Años de paz que han envalentonado al Duque de Bremmaner en su rebeldía. Años de paz que han llenado de gloria a esos santones belicosos de la Orden de Vanaiar, acumulando riquezas en el Norte mientras el reino se convierte en un animal viejo y carente de poder. Años de paz...» «El pomposo padre de armas de Kival, tan hermoso, tan bien parecido(...)»

Personalmente pienso que, Guillem López, se crece y mucho cuando escapa a la prosa fácil, esa prosa que viene muy bien para explicar una batalla, pero que, sin embargo, luce aún más cuando va acompañada aquí y allá con la riqueza de un bagaje literario, formado por años de lectura y escritura. Si bien por un lado, la abundancia de sustantivos y adjetivos, evocativos de sonidos y sensaciones, nos hablan de un estilo nominal descriptivo, la narrativa de acción marcada a través de los verbos se mantiene constante en el otro polo de la balanza. Un acierto evidente es la elección de los adjetivos, consiguiendo acentuar con ellos, el sintagma nominal. Por ejemplo:«acechantes huecos negros», «redobles tempestuosos», «densas nieblas impenetrables». De este equilibrio entre la narración, propiamente dicha y la descripción, surge una prosa sugerente, que empuja al lector a seguir adelante con la lectura y a querer conocer el final de la obra, la cual, tratándose del primer volumen, que no es autoconclusivo, sino que nos deja con la expectativas de lo que ocurrirá más adelante, es ya un mérito, y además para un escritor tan joven. Por otra parte, es de agradecer que el autor haya sabido mantener, y cuidado que es difícil de conseguir, el ritmo de estas 500 páginas sin llevarnos hacia una tensión final innecesaria, algo que suele ocurrir en algunas de las llamadas «novelas río». Por el contrario, Guillem López ha comprendido desde el principio que debe llevarnos a buen paso hasta ese final que estará a 500 o 1000 páginas por delante de la culminación de este primer volumen. Y lo ha conseguido.

2 comentarios:

  1. Muy de acuerdo con lo que dices. Bueno, voy por al mitad del libro. Estoy sorprendido. Muy gratamente sorprendido.
    Bueno comentario sobre el márketing y el primer capítulo.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu comentario Igor.
    Saludos
    Pilar

    ResponderEliminar